¿Qué pasa con los minerales estratégicos?

14 nov 2021

Mientras el sistema energético mundial se encuentra en medio de una importante transición hacia la energía verde, las principales potencias económicas del mundo están prestando cada vez más atención a los denominados “minerales estratégicos” que son necesarios para alimentar gran parte de las energías renovables como es el caso del cobre, el litio, el níquel, el cobalto o las llamadas “tierras raras”.

El litio es esencial en los sistemas de almacenamiento de energía (baterías, teléfonos y vehículos eléctricos.

La producción global depende de dos eslabones claves de la cadena de suministros: la compra y consumo de materias primas y la compra y consumo de energía En el primer eslabón hay un problema que se ha agravado en los últimos años: la volatilidad de los precios debido a la especulación financiera que se introdujo en el sector. En el segundo, el mundo está comprometido en un proceso de transición  energética que abre las puertas de una transformación profunda, para evitar que la generación de energía a partir de la quema de combustibles fósiles nos lleve a una catástrofe ambiental.

Pero esa transformación presenta desafíos que vale la pena conocer para entender el mundo al que nos asomamos y la complejidad del proceso de transición.

Minerales estratégicos

Una serie de minerales y metales están siendo los protagonistas de la transición energética en curso. Litio, grafito, cobalto, cobre, aluminio, níquel, manganeso y, en especial, las llamadas tierras raras –nombre que engloba 17 elementos químicos: escandio, itrio y los 15 elementos del grupo de los lantánidos (lantano, cerio, disprosio, erbio, europio, gadolinio, holmio, iterbio, lutecio neodimio, praseodimio, prometio, samario, terbio y tulio).

Todos ellos son esenciales para la producción de turbinas eólicas, paneles solares, vehículos eléctricos y para desarrollar el almacenamiento de energía y las baterías, si queremos alcanzar las metas climáticas del Acuerdo de París y unas economías bajas en carbono.

Por tanto, se prevé que la demanda de estos minerales crecerá rápidamente, empujada por la expansión de las energías renovables. El sistema energético mundial se encuentra realizando una revolucionaria transición hacia la energía verde y ello supone que los minerales clave para su implantación cobran una significación estratégica fundamental.

Las principales potencias económicas del mundo están prestando la mayor atención a estos llamados minerales estratégicos,  necesarios para alimentar el creciente desarrollo de las energías renovables porque su suministro podría quedar sujeto a factores de inestabilidad como volatilidad de los precios, interrupciones en el suministro y manipulación de los mismos, como elemento de influencia geopolítica.

Debe tenerse en cuenta que muchos de esos minerales están concentrados en un pequeño número de países productores. Por ejemplo, la oferta de litio está concentrada en más del 80% en muy pocos países. El 68% de las principales reservas del litio se encuentran en los Andes sudamericanos, en el llamado “Triángulo del litio” (Bolivia 30%, Chile 21% y Argentina 17%) seguidos en un cuarto lugar por Australia (7%). La importancia estratégica del litio responde a su condición de elemento esencial en los sistemas de almacenamiento de energía más eficientes y decisivo en el desarrollo de las baterías de ion-litio, que utilizan desde los teléfonos móviles hasta los vehículos eléctricos.

Aunque no parezca tener una presencia destacada en nuestra vida cotidiana, ningún otro elemento es tan crucial como el cobalto. Sin él no tendríamos dispositivos electrónicos y baterías que alimentan nuestro mundo digital. Forma parte de los circuitos y semiconductores que hacen funcionar computadoras, teléfonos inteligentes y diversos dispositivos electrónicos. Su presencia es fundamental para varios sectores industriales y es una pieza clave de la tecnología actual, la transición energética y el crecimiento económico mundial.

Más del 70% del cobalto del mundo, procede de un solo país: la República Democrática del Congo (RDC). De las 7 millones de toneladas de reservas de cobalto, más de la mitad están allí, donde además la minería a pequeña escala representa un 15% a 30% de toda su producción. El resto del cobalto está en un grupo de países con pequeña representación en el total (Rusia 4%; Australia 3%, Filipinas 3%, Cuba 2,5%, Madagascar 2%, etc.)

El 60% del suministro de manganeso proviene de Sudáfrica, China y Australia y si bien, la producción global de cobre está más diversificada, entre Chile (28,5%), Perú (11%), China (8,5%) y EEUU (7%) superan largamente la mitad de la producción mundial. Estimulado por el consumo mundial de electricidad la producción global de cobre ha experimentado un considerable ascenso en los últimos años.

Pero es en las tierras raras donde el desequilibrio es mayor. China posee unos 44 millones de los 120 millones de toneladas métricas globales, pero más del 85% de su procesamiento provienen de ese país. Brasil Vietnam, Rusia e India también tienen grandes yacimientos, pero su procesamiento es de menor significación.

Están calificadas como “raras” debido a su dificultad para encontrarlas en su forma pura, pero su existencia en la corteza terrestre es relativamente alta, en combinación con otros minerales. La clave de las tierras raras está en sus extraordinarias capacidades magnéticas. Ante el cada vez más reducido tamaño de los dispositivos electrónicos, elementos como el iterbio y el terbio, con una alta conductividad eléctrica, permiten un mayor almacenaje.

Por su parte, las energías renovables dependen de ellas, por ejemplo para la fabricación de los aerogeneradores eólicos. Los imanes utilizados en las turbinas eólicas de alto rendimiento y la energía solar fotovoltaica requieren de tierras raras. Lo mismo sucede con la fabricación de los vehículos eléctricos (necesitan más de 10 kgs de tierras raras) o la iluminación led.

EL GRAN JUEGO GEOPOLITICO

En términos estratégicos, la capacidad china de procesamiento del 85% de las tierras raras del mundo enciende las alertas de las potencias tecnológicas del Planeta, ya que son imprescindibles para la fabricación de equipos electrónicos, teléfonos móviles y ordenadores, turbinas eólicas, paneles solares, autos eléctricos y en especial, armamento.

Hasta que estalló la tensión entre EEUU y China, la situación era crecientemente inestable debido a que la primer potencia mundial solo mantenía una mina en activo (Mountain Pass, California, mayor productora del mundo hasta 1980). Para abaratar sus costos de extracción y “derivar” sus daños ambientales, EEUU exportaba a China la mayor parte de sus tierras raras, país que se consolidó como líder mundial en el procesamiento de esos minerales.

La preocupación de EEUU ahora es manifiesta (con reservas estimadas en solo 1,5 millones de toneladas métricas). Consciente de su dependencia frente a China, EEUU llegó a un acuerdo con Australia, en 2019, para ubicar una instalación conjunta de procesamiento. La UE que compra el 98% de sus tierras raras en el extranjero también busca dejar de depender de China e intentar ser autosuficiente, algo muy dificultoso.

China con su alto nivel de planificación estatal, identificó hace años, de forma previsora, la importancia de los minerales estratégicos y dirigió recursos para incrementar su capacidad de extracción y procesamiento, por lo que ahora domina el 85-90% del refinado de tierras raras; el 50-70% del litio y cobalto, y el 35% del refinado del níquel.

Interesada en no perder su actual predominio, China ha limitado sus exportaciones de tierras raras y realiza inversiones fuera de su territorio. Ha realizado inversiones sustanciales en activos extranjeros en Australia, Chile, Congo e Indonesia. Y en Groenlandia está desarrollando el Proyecto Kvanefjeld, ya que su territorio cuenta con uno de los depósitos de tierras raras más ricos del mundo. Eso fue lo que motivó en 2019 el fallido intento de Trump, de comprar ese territorio a Dinamarca. También

El consumo de tierras raras se ha duplicado en 20 años y es un elemento geopolítico de tensión entre EEUU y China, en tanto armas y tecnologías de avanzada dependen de estos materiales y su demanda seguirá creciendo ya que su producción es indispensable.

Por eso se considera crucial poder asegurar el abastecimiento de estos minerales estratégicos. La seguridad de la cadena de suministro de los minerales y materiales necesarios para las tecnologías de energía limpia se ha convertido en una cuestión estratégica que podría afectar su rápido despliegue en todo el mundo.

No se trata tan solo de metales necesarios para avanzar en una transición energética que nos asegure el futuro, sino de materias primas decisivas en el campo de batalla del predominio geopolítico, tecnológico y militar.

Su importancia global plantea el desafío de garantizar las cadenas de suministro y evitar la manipulación de precios. La experiencia del petróleo constituye un nefasto ejemplo de las prácticas de todo tipo, contrarias al libre comercio y la lealtad comercial.

Todo se ha hecho en defensa de un negocio que ha sido destructivo para el Planeta y cuyos costos pagaremos los ciudadanos del mundo y no los que trajeron el problema. Según un reciente informe del Bank of America, llegar a emisiones netas cero será un proceso lento, caro y desigual que costará unos 150 billones de dólares en los próximos 30 años, el equivalente a casi dos veces el PIB mundial actual.

Las nocivas prácticas petroleras, desde la cartelización (OPEP), el lobby constante sobre gobiernos y líderes políticos (Big Five), hasta el derrocamiento de gobiernos y la implantación de dictaduras (África, América Latina) deberán servir de advertencia frente al escenario de un mercado mundial de minerales estratégicos que acarreará un próximo súper ciclo de materias primas.

El reclamo mundial por alcanzar rápidamente una transición hacia energías renovables y no contaminantes plantea desafíos que habrá que abordar con lucidez y cuidado para no repetir el sistema de producción y consumo con otro disfraz. Como señalaran los jóvenes en las manifestaciones en Glasgow durante la COP 26: “Change the system, no the climate”.

ENERGIA VERDE ¿VERDE?

Los problemas son múltiples. Para el Banco Mundial, la demanda de minerales como cobalto, litio, manganeso, níquel y aluminio –imprescindibles para la generación y almacenamiento eléctrico o baterías– se incrementará hasta el 2050 en un 450%.

Si la transición hacia una energía limpia se implementa al nivel requerido por el Acuerdo climático de París, la participación de las tecnologías de energía limpia en la demanda total aumentará de manera significativa en las próximas dos décadas. Se estima que para 2050 se incrementará casi un 500% en el caso del litio, grafito y cobalto; un 60-70% el níquel; un 30-40% el cobre y aluminio y la demanda de tierras raras para turbinas eólicas podría incrementarse más de 10 veces en comparación con los volúmenes actuales.

Explotación infantil y minerales estratégicos: Apple, Samsung, Microsoft, Tesla, Alphabet y Dell, denunciados.

Los minerales estratégicos resultan cruciales en el rendimiento y duración de las baterías; para los imanes que requieren para las turbinas eólicas y los motores de los autos eléctricos, para las baterías de almacenamiento y para todas las tecnologías vinculadas a las redes eléctricas y tiene un rol importante en la industria de los microprocesadores.

El cambio hacia un sistema de energía limpia está resultando una fuerza importante en los mercados de minerales, pero las inversiones no están acompañando la demanda con la misma potencia, lo que puede generar problemas en el abastecimiento y volatilidad en los precios, lo que podría retrasar u obstaculizar el esfuerzo de la humanidad por cumplir con los objetivos climáticos mundiales.

Pero no todas son malas noticias. Si bien los costos de las materias primas ahora son mayores (por ej. representan un 50 a 70% del costo total de las baterías cuando eran el 40-50% hace 15 años), el avance tecnológico y las economías de escala han permitido la reducción de los costos generales en un 90% en la última década.

No hay duda que el desarrollo de la energía renovable se puede complicar bastante si los minerales resultaran escasos, con el agravante de que, en general, están en manos de pocos países productores, algunos de los cuales rozan la condición de Estados institucionalmente “frágiles”.

Además varios de esos minerales, como las “tierras raras”, son de extracción complicada y contaminante por lo que la transición a una energía “verde” puede incrementar la necesidad de contar con minerales que deberán ser extraídos y refinados en condiciones sostenibles, ya que en el contexto actual son perjudiciales tanto social como ambientalmente.

Durante la explotación y procesamiento de las tierras raras se crean importantes cantidades de desechos tóxicos y radiactivos, además de gases y polvos. Una tonelada de tierras raras producirá entre  9.000 y 12.000 m3 de gases y polvo conteniendo ácidos sulfúrico y fluorhídrico y dióxido de azufre más casi una tonelada de restos radioactivos y más de 75.000 litros de agua acidificada.

Una buena noticia al respecto la ha dado un equipo de investigadores de la Universidad de Penn State, que han encontrado una forma de extraer elementos de tierras raras del drenaje ácido de las minas con menor utilización de productos químicos que antes. Pero la extracción sigue siendo problemática.

En términos ambientales, otro de los problemas conexos es que una mayor extracción de minerales provoca más necesidad de energía, mayor presión sobre las emisiones de GEI y mayores volúmenes de desechos. El reclamo de las organizaciones ambientalistas es que las empresas se abastezcan de minerales producidos de forma sostenible y que los gobiernos regulen y controlen su cumplimiento. Algo como pedirle al zorro que cuide el gallinero…

Por otra parte, el propio cambio climático con sus secuelas de sequías impone limitaciones a la producción de cobre y litio, dos minerales muy vulnerables al ‘estrés hídrico’ ya que demandan agua abundante y la mayor parte de las explotaciones están en regiones con problemas hídricos severos (Chile, Bolivia, Australia).

Otra de las preocupaciones ambientales surge de las propuestas empresarias de avanzar con la minería de los fondos marinos por sus menores costos y abundancia de recursos. Varios países han promovido esa exploración minera lo que constituye un peligro ya que no existe marco internacional alguno que permita evitar daños ambientales, como alteración del fondo del mar, pérdida de biodiversidad y generación de residuos mineros.

 

China lidera el desarrollo de las energías renovables y el procesamiento de ‘tierras raras’.

UN SISTEMA QUE NO FUNCIONA

Pero quizás, uno de los escenarios más preocupantes que presenta la próxima expansión de materias primas minerales es el posible aumento del precio de las mismas. Independientemente de las diversas fuerzas que se conjugan para elevar los precios de las materias primas, “hay evidencia suficiente de que la financiarización es una gran parte del problema” (L. Randall Wray -“Financiarización y burbuja especulativa en materias primas”).

Wray explica tres causas para la explosión de los precios de las materias primas en años recientes: la oferta y la demanda, la manipulación del mercado y la especulación financiera.

Como se sabe, hay una larga historia de manipulación de precios en el mercado de metales. En 2013 NYTimes denunció la manipulación del precio del aluminio realizada por Goldman Sachs, con reiteradas malas prácticas del sistema financiero de EEUU en la manipulación del precio de los commodities y los productos estratégicos.

Sólo con el mercado del aluminio y en menos de tres años, GS embolsó ganancias por u$s 5.000 millones, sin hacer nada, solo moviendo de un lugar a otro, toneladas de aluminio para dar la impresión de escasez y lograr un brusco aumento del precio. Junto con JPMorgan Chase y Glencore, fueron acusados de confabulación para especular con las materias primas y los recursos estratégicos.  

Lo mismo sucede con la especulación financiera en los mercados de futuros de materias primas, con alto impacto en los alimentos y la energía. El aumento de precios no es allí el resultado de una ‘escasez natural’ como explicaría la doctrina económica, sino el funcionamiento de un sistema financiero tóxico, sin reglas. El aluminio –como antes la plata y actualmente el oro– son solo muestras. La gran banca ha operado en una variedad de mercados de materias primas. Petróleo, trigo, café, algodón, etc. han generado miles de millones de dólares en ganancias ilegítimas a los grandes actores del sistema financiero y en perjuicio de productores y países pobres.

En un remedo triste de la vieja URSS, son los burócratas de Wall Street los que hoy fijan los precios de acuerdo a su conveniencia. El sistema económico actual ha convertido en una ‘mentira flagrante’ la noción de que los precios se determinan por la oferta y la demanda.

Por eso las metas ambientales solo serán alcanzables si –como plantea PNUMA– somos capaces de cambiar profundamente el modelo que nos ha traído hasta aquí.