Dos estudios de aparición casi simultánea ponen de relieve que la multiplicación de fenómenos meteorológicos extremos y los daños que provocan sobre la población, las infraestructuras y la economía global no son asumibles y ponen en riesgo la economía mundial.
Economistas e investigadores de universidades europeas y estadounidenses han publicado en Environmental Research Letters, un nuevo estudio que revisa los modelos económicos de evaluación de las consecuencias económicas del cambio climático y estiman que sus costes serán mucho mayores de lo calculado hasta ahora. A tal punto que consideran –desde un punto de vista estrictamente científico– que no podrán ser asumidos por la economía mundial.
Otro estudio coetáneo publicado por el Instituto de Integridad Política de la Universidad de Nueva York, elaborado por un panel de expertos, alerta que el costo de la crisis climática es inasumible y recomiendan tomar medidas “drásticas e inmediatas” para evitar que el cambio climático provoque billones de dólares en pérdidas cada año.
Algo en lo que coinciden los investigadores del estudio de las universidades europeas y estadounidenses. “Cuanto más sabemos sobre los riesgos económicos del cambio climático, más urgente se hace la acción”. Los expertos consideran que la inacción provocará mayores costos que los que acarree una transición rápida hacia un modelo de desarrollo económico neutro en emisiones de carbono.
Por su parte, James Rising, catedrático de economía de la Universidad de Delaware (EEUU) e investigador de la London School of Economics and Political Science (LSE), “cuanto más sabemos sobre los riesgos económicos del cambio climático, más urgente se hace la acción correctora. Cada año aumentan los desastres naturales relacionados con esta grave crisis ambiental, y la situación irá a peor si no logramos reducir las emisiones globales de GEI a cero”.
En ambos estudios se considera que los fenómenos meteorológicos extremos, cada más intensos y frecuentes, y los desastres que causan, han sido infravalorados en la mayoría de las estimaciones anteriores.
Según el estudio de Environmental Research Letters, los costes económicos del cambio climático serán unas seis veces mayores que los calculados hasta ahora y sus consecuencias en el crecimiento futuro podrían causar una reducción del PIB mundial de un 37% a lo largo de este siglo, es decir el doble del descenso verificado durante la Gran Depresión de 1929.
Hasta ahora las estimaciones de los desastres naturales provocados por la crisis climática (sequías, inundaciones, incendios forestales, olas de calor, fuertes tormentas, etc.), no se consideraba que pudieran poner en riesgo manera directa al crecimiento económico. Por el contrario, vista la peligrosa evolución que muestra la crisis climática y la multiplicación de fenómenos catastróficos, los economistas y expertos de ambos estudios, evalúan que la crisis climática puede provocar el hundimiento de la economía mundial.
Peter Howard, director de economía del Instituto y uno de los coautores del estudio, sostiene que “el cambio climático será muy costoso y potencialmente devastador”.
La investigación realizada del Instituto de Integridad Política de la Universidad de Nueva York incluye una de las mayores encuestas realizadas hasta la fecha a 738 economistas expertos en cambio climático, que juzgan necesario tomar medidas urgentes, tanto en política regulatoria como cambios profundos en la economía y la legislación para alcanzar una transición rápida hacia un modelo cero emisiones.
Los resultados de esa encuesta son elocuentes: el 74% de los economistas coincide en la necesidad de “tomar medidas inmediatas y drásticas” para hacer frente al cambio climático (un 24% más que seis años atrás); 89% cree que el cambio climático agravará la desigualdad de ingresos entre países, y el 70% que la desigualdad dentro de los países también empeorará; 66% considera que los beneficios lograr emisiones netas cero antes de 2050 serían mayores que los costes; casi el 80% manifestó un aumento de su preocupación por el cambio climático en los últimos cinco años; y juzgaron que los daños económicos derivados del cambio climático alcanzarán los 1,7 billones de dólares al año en 2025 y ascenderán a 30 billones de dólares al año (el 5% del PIB mundial previsto) en 2075 si se mantiene la actual tendencia de emisiones.
Los economistas sostienen que es improbable que las economías puedan recuperarse rápidamente de fenómenos meteorológicos tan extremos como los acaecidos en diversas regiones del Planeta en el último año, con catástrofes que han provocado enormes pérdidas y daños en viviendas, cosechas, negocios e infraestructuras y que han causado la muerte de miles de personas.
La preocupación alcanza a las autoridades europeas que ven que los incendios forestales, olas de calor, inundaciones o sequías prolongadas se repiten con mayor intensidad y frecuencia y que esos fenómenos extremos en el clima suponen para Europa unas pérdidas económicas de más de 12.000 millones de euros al año.
Lo más grave por sus consecuencias económicas es que solo un 35% de ellas están aseguradas. Ya en 2018, la Comisión Europea había encarado un estudio (“Uso de seguros en la adaptación al cambio climático”), que revelaba que en algunos países de la comunidad, sobre todo en el este y sur de su territorio, la cobertura por riesgos climáticos apenas alcanzaba al 5%.
En la industria del seguro se han encendido las alarmas. Empieza a cundir la certidumbre de que no se puede dar cobertura a todo y que se está expuesto a que los fenómenos naturales de carácter catastrófico presentan patrones difíciles de calcular, por lo que, en un clima tan cambiante, no todos los riesgos son asegurables ni hay capacidad económica para hacerlo, pese a contar con el respaldo de grandes fondos de inversión.
El problema es que si una parte importante de los riesgos asegurables dejan de ser asumibles (sea por el peligro que suponen o por el incremento inalcanzable de las primas) lo que pasa a estar en problemas es el propio negocio de los seguros. Muchos expertos consideran que en el proceso de adaptación al cambio climático, algunas empresas emisoras podrían perder su valor y desaparecer. Los seguros dependen de cálculos muy precisos y las catástrofes naturales por la crisis climática tienen efectos secundarios muy imprevisibles y difíciles de ser calculados.
En un nuevo informe de abril pasado, el gigante mundial de los reaseguros Swiss Re también alertó sobre las amenazas económicas de no actuar contra el cambio climático, anticipando que si no se incrementan los planes para reducir las emisores de gases con efecto invernadero, la economía mundial se contraerá entre un 7 y 10% hacia 2050, como consecuencia de los impactos derivados del cambio climático, por lo que reclama la necesidad de actuar ya.
Para Swiss Re, los costes económicos de la crisis climática se incrementarán de forma exponencial a partir de 2030, es decir que nos queda menos de una década para afrontar unas consecuencias que se anticipan serán mucho mayores de previsto.
La evolución negativa ha sido vertiginosa: El número de desastres relacionados con el clima se ha triplicado en los últimos 30 años. En la década 2006-2016, el aumento del nivel del mar a nivel global fue 2,5 veces más rápido que durante casi todo el siglo XX. Y desde entonces no para de subir. Más de 20 millones de personas al año se ven obligadas a abandonar sus hogares como consecuencia de los efectos del cambio climático.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) para el año 2030 la adaptación al cambio climático y enfrentar los daños supondrá miles de millones de dólares de costos para los países en desarrollo que no están en condiciones de afrontar.
De las investigaciones y estudios reseñados se concluye que los beneficios de conseguir que las emisiones sean cero a mediados de siglo superan con creces los costes, por lo que los economistas piden una aceleración de la transición energética.
Los costes económicos del cambio climático se disparan en todo el Planeta al punto que el coste en pérdidas de cada tonelada de GEI emitida a la atmósfera (un estándar reconocido como ‘coste social del carbono’, que el gobierno de EEUU estimaba en 51 dólares por tonelada, los nuevos estudios lo sitúan en 3.000 dólares por tonelada, es decir casi 60 veces más.
Para advertir la participación de nuestros hábitos de consumo en ese impacto vale recordar que conducir un todoterreno solo unos 7 kms diarios o tener encendido un aire acondicionado ocho horas al día, generan anualmente alrededor de una tonelada de GEI.
Queda claro que las actividades contaminantes no solo afectan la salud del Planeta –algo que no conmovía a las grandes corporaciones responsables del desastre climático– sino que los últimos trabajos de investigación revelan que el crecimiento económico podría verse afectado mucho más de lo que se había calculado y que la economía global podría colapsar si no se comprende que la protección del clima es vital para todos.
Quizás ahora los que tiene la conciencia en los bolsillos empiecen a comprenderlo.