La Cumbre de Lisboa y la Conferencia de la OMC advierten sobre la salud de los océanos

28 jul 2022

Entre junio  y julio hubo dos reuniones internacionales de la mayor importancia, donde se advirtió sobre los actuales desafíos que presentan nuestros océanos. En la Conferencia de la ONU sobre los Océanos de 2022 (Lisboa, Portugal), el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, resumió de manera dramática la actual situación de los mares del Planeta: “Hoy nos enfrentamos a lo que yo llamaría una emergencia oceánica”.

Naciones Unidas considera que estamos ante una “emergencia oceánica”- Ethan Daniels-The Conversation.

 

Los mares han sido golpeados por el cambio climático y la contaminación. Pero dependemos de la salud de los océanos, ya que el 50% del oxígeno que respiramos lo generan los océanos y ellos nos proporcionan cada día, buena parte de las proteínas y nutrientes esenciales que miles de millones de personas necesitan para su alimentación.

Mientras la actividad industrial y el consumo desenfrenado los contaminaba, ellos siguieron amortiguando el impacto del cambio climático sobre la vida en la tierra, al absorber aproximadamente el 30% de las emisiones globales de CO2 y el 80% del calor generado por el creciente aumento de los gases efecto invernadero, atenuando de esa forma muchos de sus impactos nocivos.

Pero han pagado por ello, un precio altísimo. El 66% de los océanos se encuentra hoy deteriorado y solo el 3% de toda la superficie oceánica del mundo está libre de las actividades humanas nocivas. La contaminación de los mares y océanos se ha convertido en un gravísimo problema ambiental, que afecta no solo la vida silvestre sino la propia salud humana.

Derrames de petróleo, residuos tóxicos, vertido ilegal de plásticos, escorrentía de fertilizantes y plaguicidas, los han contaminado y creado más de 600 áreas muertas donde ha desaparecido el oxígeno y la vida. Como consecuencia, los océanos no sólo están aumentando su temperatura y el nivel de sus aguas, sino que éstas se están volviendo más ácidas y amenazando las cadenas alimentarias acuáticas y la capacidad de los ecosistemas marinos para absorber carbono.

Además, al absorber más del 90% del exceso de calor provocado por el calentamiento global, se han generado olas de calor marinas masivas que están acabando con los valiosos arrecifes de coral, vitales para la supervivencia de miles de especies, y ampliando las zonas muertas carentes de oxígeno.

La capacidad de los ecosistemas marinos para absorber carbono está en riesgo Wakatobi, Indonesia-Unsplash-Benjamin Jones (Suecia)

A la catastrófica situación de mares y océanos se suma una catarata de contaminación plástica, que el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) incorpora el equivalente a un camión de basura plástica cada minuto.

Los microplásticos producidos por su degradación ya pueden encontrarse en el hielo del Ártico y la Antártida como en los peces de las aguas más profundas del océano y se estima que matan a más de un millón de aves marinas y más de 100.000 mamíferos marinos cada año.

Si se mantienen las tendencias actuales –señala un informe de OCDE–  los residuos plásticos anuales casi se triplicarán hasta alcanzar 1.000 millones de toneladas en 2060.

Otro de los problemas que enfrentan los océanos es la pesca industrial que cubre actualmente un 55 % de los océanos, con especial incidencia en América Latina, uno de las cuatro áreas del mundo donde está concentrada (costas de Chile, Perú y Atlántico sur argentino).

La pesca excesiva ha puesto en riesgo las pesquerías del mundo y afectado a la mayoría de los países. A medida que el agotamiento de las pesquerías se hacen más evidentes, tras haber arrasado los mares del mundo (al punto de ser la responsable de una disminución del 90% de algunas especies), la flota pesquera mundial avanzó sobre áreas oceánicas más alejadas, profundas y difíciles de controlar y en los últimos años sobre el Atlántico Sur y los mares antárticos, áreas consideradas muy vulnerables.

FAO considera que esa flota está sobre-dimensionada, al punto que ya hace 20 años atrás estaba dos veces y media por encima de las necesidades globales. La industria pesquera saquea recursos naturales solo en beneficio de un grupo pequeño y poderoso de países. Y la situación no cambiará a menos que alguna de las grandes potencias involucradas (UE, China, EEUU) asuma medidas de control y su ejemplo se imponga en otros actores del sector.

En la reciente reunión de la OMC en Ginebra (Suiza) pudo finalmente tratarse el tema de las subvenciones a la pesca (casi u$s 35.000 millones), que para los expertos de FAO, no solo causan distorsiones competitivas en los mercados internacionales sino que han alterado incluso los efectos buscados por FAO con la ampliación de la jurisdicción a las 200 millas para mantener las pesquerías saludables.

Las poblaciones de peces biológicamente sostenibles descendió del 90% al 62% en los últimos 40 años y las explotadas de manera insostenible representan el 35%, por lo que de mantenerse los niveles actuales de captura, la mayor parte de los peces podrían llegarán a su extinción a mitad de este siglo.

Por eso, en la reunión de la OMC se ha planteado un profundo debate con respecto a las subvenciones otorgadas al sector pesquero que no han hecho más que agravar los problemas. Hay que recordar que solo cinco o diez países tienen de facto el monopolio de la pesca en aguas internacionales y es la voluntad de las pesqueras y sus avales políticos la que determina cuánto pescar y no las recomendaciones científicas y técnicas.

Las dificultades no son nuevas. La ex comisaria de Comercio de la UE, Cecilia Malmström, advertía a fines de 2019, que ello es el resultado del “comportamiento destructivo de varios países grandes (…) Es horrible. Los miembros ni siquiera pueden acordar dejar de subsidiar a la pesca ilegal.”.

Con los niveles actuales de captura, la mayoría de los peces podrían llegarán a su extinción a mitad de este siglo.

Por eso ha sido auspicioso y tardío a la vez, que en la OMC se reclamara perfeccionar las normas que permitan instaurar una pesca responsable y poner fin a las subvenciones a la pesca que resultan perjudiciales, contribuyendo a la protección de los océanos, con una prohibición absoluta de las subvenciones a la pesca no reglamentada en alta mar.

António Guterres en Lisboa, pidió disculpas a los más jóvenes, en nombre de su generación, por el “estado de los océanos, de la biodiversidad y del cambio climático” que heredarán. “En mi generación, los que tuvimos responsabilidades políticas, como es mi caso, fuimos lentos, o a veces no quisimos reconocer que las cosas estaban empeorando”.

Y denunció “que aún hoy, nos movemos con demasiada lentitud en relación con la necesidad de revertir la amenaza, de rehabilitar los océanos, rescatar la biodiversidad y detener el cambio climático. Seguimos avanzando en la dirección equivocada”.

La afirmación de Charlotte de Fontaubert, responsable mundial de la economía azul del Banco Mundial, refleja de manera perfecta el diagnóstico de Guterres: “Sólo hemos empezado a comprender –dice Fontaubert– hasta qué punto el cambio climático va a causar estragos en la salud de los océanos”. Tarde, demasiado tarde…

Como reconoce Kathryn Matthews, científica jefe de Oceana: “Menos del 10% del océano está protegido y los barcos de pesca destructiva e ilegal operan con impunidad en muchas aguas costeras y en alta mar”.

Los océanos ya están en el centro de un proyecto de Tratado internacional dirigido a establecer que el 30% de la tierra y los océanos del Planeta pase a ser áreas protegidas, para intentar detener lo que muchos científicos consideran que podría ser el primer estancia de una nueva extinción masiva en 65 millones de años.

Se pretende aprovechar dos cumbres que serán fundamentales en lo que resta del año: la COP27 (noviembre, Sharm el-Sheikh, Egipto) y las negociaciones sobre la biodiversidad de la ONU (diciembre, Montreal, Canadá) para establecer un programa consistente sobre los océanos.

Como les reconoció Guterres a los jóvenes reunidos en Lisboa, “Mi generación debe asumir la responsabilidad de dónde estamos… Y aunque probablemente podamos hacer algo para revertirlo, su generación heredará un planeta en problemas. Tendremos que hacer todo para revertirlo todo: revertir las decisiones políticas, revertir las decisiones económicas y revertir los comportamientos individuales”.

Y trazó un escenario de responsabilidades sobre la situación en la que estamos: “Los líderes económicos, normalmente han antepuesto el beneficio a la sostenibilidad, preocupándose sólo por los valores de los accionistas… El caso más evidente es el de la industria de los combustibles fósiles, que durante décadas han estado gastando millones y millones en estudios científicos falsos, en relaciones públicas, tratando de dar la impresión de que los combustibles fósiles no eran tan contaminantes  y que el cambio climático no era exactamente lo que se decía. Me recuerda a la industria del tabaco que hizo exactamente lo mismo, decir que el tabaco era totalmente inofensivo, que no habría ningún problema para la salud.   Es hora de condenar seriamente estos comportamientos”. 

Para el Secretario general de la ONU ahora estamos en una situación en la que vivimos una triple crisis: crisis climática, crisis de biodiversidad, crisis de contaminación. Y el océano “es el punto de recepción de todas estas crisis”.