Naciones Unidas advierte el peligro de seguir con “la adicción a los combustibles fósiles

10 oct 2022

El aumento en intensidad y escala geográfica de la sequía es uno de los duros resultados de la crisis climática. Revela los riesgos que enfrentamos respecto de las condiciones climáticas futuras y a nuestra capacidad de producir suficiente alimento.  No es un fenómeno aislado o ajeno. Afecta al mismo tiempo a las áreas agrícolas más importantes del mundo.

“No hay nada natural en la nueva magnitud de los desastres actuales”- Unsplash-Hasanuzzaman Himel.

Una vez más el Secretario General de Naciones Unidas, advierte que el mundo “va en una mala dirección” ante el cambio climático y sus consecuencias. A mediados de septiembre pasado, Antonio Guterres denunció “la adicción de la humanidad a los combustibles fósiles”, lo que coincide con la publicación de un informe sobre el clima de la OMM, que señala que “Inundaciones, sequías, olas de calor, incendios y tormentas extremas no hacen más que agravarse y baten récords con una frecuencia inquietante”. “Y no hay nada natural en la nueva magnitud de los desastres actuales” recuerda Guterres.

La recriminación golpea los despachos de la dirigencia de gobiernos y empresas que siguen sin advertir la secuela de desastres climatológicos que se acumulan: olas de calor y sequías en Europa, inundaciones colosales en Pakistán, sequías graves y prolongadas en China, África, EEUU y América Latina.

Esos desastres “representan el precio de la adicción de la humanidad a los combustibles fósiles”, agregó Guterres. ¿Qué más hay que esperar para terminar con los combustibles fósiles? Los líderes occidentales siguen enfrascados en una guerra estúpida que solo incrementa los precios y genera una enorme crisis energética, mientras continúan subsidiando a las petroleras que han destruido el Planeta.

Hacia una sequía global

Frente a ese escenario, el informe sobre el clima de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) muestra que el mundo “va en mala dirección” ante el cambio climático y sus catastróficas consecuencias. Según los autores del informe, las emisiones mundiales de CO² entre enero y mayo de este año han crecido 1,2% respecto del mismo periodo de 2019, crecimiento “impulsado por EEUU, India y la mayoría de países europeos”.

El estudio de la OMM –que será un insumo para la COP 27, la cumbre del clima prevista para noviembre en Egipto– estima que hay una extrema posibilidad (93%) de que alguno de los próximos cinco años sea el año más caliente registrado en la historia.

Los gases de efecto invernadero continúan creciendo en la atmósfera y en 2021 las concentraciones de CO2 excedieron las 410 partes por millón, una cifra casi 150% superior a los niveles preindustriales. En 2022 se estima que batirán incluso ese récord ya que las previsiones alcanzan las 430 partes por millón, según OMM.

Por su parte, la temperatura media global en 2018-2022 creció 1,17°C por encima del promedio de 1850-1900, siendo los últimos cinco años los más calurosos desde que se tienen mediciones y hay un 93% de posibilidades de que ese récord se supere en los próximos 5 años.

Las expectativas de alcanzar las metas del Acuerdo de París para frenar el calentamiento global en 1,5°C ya son una quimera y si la situación actual continúa, la subida de las temperaturas medias llegaría hasta 2,8°C grados, lo que implica consecuencias dramáticas.

Según datos 2020 de Banco Mundial y OCDE*, los 10 países más relevantes en producción alimentaria son China (u$s1,1 billón), India (u$s487 mil), EEUU (u$s196 mil); Indonesia (u$s145 mil);  Nigeria (u$s104 mil); Brasil (u$s85 mil); Pakistán (u$s61 mil); Rusia (u$s55 mil); Japón (u$s52 mil) y Turquía (u$s48 mil). (*La agricultura corresponde a las divisiones 1-5 de la CIIU e incluye además del cultivo de cosechas y la cría de animales, a la silvicultura, la caza y la pesca).

Pero las principales zonas agrícolas y ganaderas del mundo se concentran en un limitado número de países. En la producción de cereales básicos como el arroz, trigo y maíz, sobresalen en América: EEUU, Canadá, Brasil y Argentina y, en Asia, China e India.

Repasemos los datos de los últimos tres meses en esas grandes zonas:

Estados Unidos: El territorio de tercer mayor productor mundial del mundo en productos agrícolas (soja, maíz, carne bovina, aviar y porcina y algodón) está viviendo su peor sequía en más de mil años y se prolonga desde 2020, afectando el oeste, medio oeste y noreste del país. En junio de 2021, “casi toda la región oeste (97%) se enfrentaba a condiciones anormalmente secas”. La sequía también se extendió a buena parte de América del Norte afectando una amplia zona de México y las praderas de Canadá, a partir de 2021.

El oeste de EEUU está experimentando las consecuencias de una crisis climática, que sus líderes han negado durante años, pese a las advertencias de los científicos. El clima ha secado dos de los mayores embalses del país, que abastecen de agua y electricidad a millones de personas. Los lagos Mead (Nevada y Arizona) y Powell (Utah y Arizona), se encuentran actualmente en sus niveles más bajos. De mantenerse la actual sequía, el agua de las represas no lograría fluir río abajo ni alimentar las centrales hidroeléctricas.

El consumo abusivo del agua se suma a la crisis climática para desatar sequías severas en EEUU.

El enorme Lago Mead de 640 kms2 se formó tras la construcción de la represa Hoover en los años ’30 y almacena agua para decenas de millones de personas e innumerables áreas de cultivos en el suroeste estadounidense. La velocidad de su retracción hídrica es tal que ahora no alcanza a una cuarta parte de su capacidad.

Según los expertos, no es solo el resultado de la crisis climática sino del uso y consumo abusivo de agua por parte de los productores agrícolas del país.

Europa: Es un importante productor agrícola, en especial de trigo, cebada, semillas oleaginosas, remolacha,  uvas, etc. –con Francia, España, Italia y Alemania entre los 30 principales países en producción agropecuaria–  que hoy vive la peor sequía en 500 años. Lo confirma la Comisión Europea que advierte que no solo está afectando a los cultivos, sino también a otros sectores como el energético y el transporte fluvial.

Para el Observatorio Europeo de la Sequía, el 47% del territorio europeo está en situación de alerta por sequía: “el tiempo seguirá siendo más caliente y seco de lo habitual en la región del Mediterráneo occidental hasta noviembre. Y la actual sequía parece ser la peor desde hace al menos 500 años”, aseguran sus expertos.

El impacto se siente en toda Europa. Francia, Hungría, Países Bajos, España, Portugal, Rumania soportan las peores consecuencias. Las previsiones para las cosechas de este verano apuntan a pérdidas significativas en la producción de maíz, soja y girasol, mientras que el déficit de lluvias ha provocado descensos en casi todos los ríos de Europa con consecuencias importantes en el sector hidroeléctrico, de transporte fluvial y en los sistemas de refrigeración.

América Latina: Considerada por FAO la mayor región productora de alimentos del mundo, también soporta una prolongada ausencia de precipitaciones en diversas áreas. En América del Sur, con relevantes productores agrícolas como Brasil y Argentina, las frecuentes sequías de los últimos años están relacionadas con un fenómeno que modifica las temperaturas del océano y el régimen de precipitaciones (El Niño Southern Oscillation ENSO-Niña) agravadas por la deforestación, el uso irracional de los suelos y la degradación de importantes ecosistemas.

El Informe AR6 del IPCC 2022 advierte un aumento de los territorios afectados por sequías extremas en la mayoría de regiones, comparando las décadas 2010-2019 y 1950-1959 y estima que subregiones como el noreste de América del Sur (costa de Brasil) y el oeste de la cuenca amazónica (Bolivia y Brasil) podrían experimentar sequías de hasta 6 meses. 

Brasil, cuarto mayor productor agrícola del mundo, primer productor de café, caña de azúcar y cítricos y el segundo mayor productor de soja, carne de vacuno y aves de corral, está soportando sequías cada vez más frecuentes. Si la actual deforestación y manejo de los suelos en la Amazonía y otras áreas del país continúa, las consecuencias climáticas serán severas. De hecho, durante los primeros 20 años del siglo XXI, la Amazonía ha sufrido tres grandes sequías. La reciente sequía en el sur de la Amazonía y la región del Pantanal fue la peor de los últimos 50 años.

Argentina en el verano pasado, vio mermar sus cosechas de maíz y soja debido a un clima marcado por las altas temperaturas, baja humedad relativa de 10 a 15% y una radiación con valores extremos. Y actualmente la sequía está afectando la siembra de trigo.

Desde comienzos de 2019 toda la cuenca del Paraná tuvo una sequía severa (con descensos de los ríos Paraguay, Paraná y otros) que se extendió a varios estados brasileños, partes de Bolivia, Paraguay, Argentina y Uruguay. Por su severidad, intensidad y duración, se considera que éste es uno de los cinco eventos de sequía más importantes desde 1950 en la región.

Chile en cambio, está en la región a la cabeza de la crisis hídrica por la sequía en la zona central del país, la más prolongada de América Latina en mucho tiempo. Se trata de una ‘megasequía’, que se prolonga desde hace más de 10  años, con pequeñas etapas insuficientes de lluvia e impacta incluso en el centro y sur de Chile, zonas no habituales. En su capital Santiago de Chile hay racionamiento de agua.

También México ha decidido decretar en julio pasado la emergencia por sequía, tras varios años consecutivos con escasez de lluvias y en ciudades como Monterrey se ha visto obligado a racionar el agua. Al cambio climático se ha sumado un crecimiento poblacional que provocó que de 5.000 m3 disponibles  de agua por hab/año, en 1980 se haya pasado a 1.400 m3, cuando para Naciones Unidas hay estrés hídrico por debajo de los 2.000.

En Asia,  China, India y Pakistán  reportan sequías y alteraciones climáticas que ponen en grave riesgo sus cosechas. China afronta una de las mayores sequías de los últimos sesenta años, con olas de calor intensas y prolongadas. Según Global Times, 200 estaciones meteorológicas del país han registrado temperaturas superiores a 40°C y la ola de calor se ha extendido por la mitad del país. 

En algunas zonas del sur del país no llueve desde hace más de dos meses y medio y en el Yangtzé, el tercer río más grande del mundo, el nivel de agua ha alcanzado un mínimo histórico, y tramos enteros del río se han secado por completo.

La tremenda sequía pone en serio riesgo multitud de cosechas en el país más poblado del Planeta y puede provocar además una crisis energética y alimentaria de repercusión global. Hay que recordar que China lidera el ranking de productores de hortalizas a nivel mundial (594 mt 2020), seguida por India y EEUU.

Los más de 60°C alcanzados en India ponen también en riesgo los cultivos y la vida de millones de personas. La sequía ha castigado especialmente a una región muy seca del norte de India, donde se confirma la pérdida total de muchas producciones.

La ola de calor extremo sufrida en la India también ha afectado a su vecino Pakistán, donde se han registrado hasta 62°C en tierra vía satélite, y casi 50° en el aire, con graves daños en la salud y los cultivos para mil millones de personas.

En una impiadosa secuencia, tras esas temperaturas, el país tuvo fuertes lluvias e inundaciones que dejaron un tercio del Pakistán  bajo el agua, con puentes y carreteras destruidas, cosechas perdidas y más de 33 millones de personas afectadas, en lo que Naciones Unidas considera una crisis humanitaria sin precedentes”.

Riesgo del desabastecimiento alimentario

Con las grandes áreas agrícolas comprometidas por sequías simultáneas y con las previsiones de la OMM de un aumento de las temperaturas globales y una disminución de las precipitaciones, el mundo enfrenta un enorme desafío: cómo garantizar el abastecimiento alimentario.

FAO en su Food Outlook Biannual Report 2022, advirtió en julio por una caída de 16 Mt en la producción mundial de cereales, en tanto la relación stock/consumo de cereales caería del 30,5% (2021/22) al 29,6% en 2022/23, el nivel más bajo desde 2013/14. Esa situación sumada a la guerra ruso-ucraniana  presionará aún más el precio de esos alimentos.

FAO advierte de una caída en la producción mundial de cereales - Unsplash-Christophe Maertens.

Tomando los dos principales cereales (trigo y maíz) que se producen y comercian en el mundo, estos commodities se encuentran en el centro de una potencial crisis alimentaria, que conjuga las alteraciones climáticas de las principales áreas productoras con la actual coyuntura bélica.

El conflicto ha colocado a los precios internacionales de los cereales en máximos históricos debido a que Rusia y Ucrania, son importantes como productores y exportadores de granos. La evolución es nefasta para los consumidores, en especial para aquellos grupos más vulnerables.

Al comenzar la temporada 2021/22, los precios del trigo aumentaron 33%: en la primera mitad de 2021, a medida que se redujeron los stocks mundiales, subieron otro 22%, luego de cosechas reducidas en varios importantes países exportadores. La suspensión de las exportaciones de Ucrania hizo que los precios subieran aún más en mayo, en especial cuando India anunció que prohibía exportar trigo para prepararse ante una posible emergencia alimentaria. El resultado fue que en mayo 2022, los precios del trigo mundiales estaban un 55% por encima de sus valores un año antes.

El maíz se mantuvo por encima del nivel récord de 2012 ya que la restricción de las exportaciones de Ucrania ejerció una fuerte presión sobre un mercado que está muy concentrado en cuatro países (Argentina, Brasil, EEUU y Ucrania), a lo que se sumó las perspectivas de menos volúmenes exportables de Argentina y EEUU.

Otra de las preocupaciones es la merma en el nivel mundial de los stocks de trigo y maíz. Si bien las existencias mundiales de trigo muestran una retracción global leve, el aumento solo está previsto y  concentrado en China y Rusia (que tiene sancionada sus exportaciones). Hay reducciones previstas en países fundamentales como India, debido a caídas en la producción y se estima que los stocks en Australia y EEUU disminuirán a su nivel más bajo en nueve años.

Respecto a las existencias de maíz también están a la baja en varios países, sobre todo en Asia, América del Norte, África y América Central. Las dos principales economías del mundo (EEUU y China) tendrán asimismo una marcada caída por aumento del consumo y menor producción.

Otra problemática alarmante a nivel mundial es que, a las restricciones productivas por la crisis climática que impactan en los altos precios de los alimentos, se suma el costo de insumos para su producción que también está disparándose.

La guerra en Ucrania alteró los precios de los fertilizantes (de los que los beligerantes son fuertes productores) pero también los de la energía y otros insumos, lo que repercute en muchos agricultores del mundo que no pueden acceder a ellos y sobre todo, al grueso de los consumidores mundiales, poniendo en riesgo el suministro global y la seguridad alimentaria.

FAO recuerda que para 2050 se requerirá un aumento del 70% en la producción de alimentos a nivel mundial, que puede llegar al 100% en los países en desarrollo, sobre niveles de 2009. Y ese incremento deberá provenir de buena medida de mejoras en el rendimiento ya que la disponibilidad de nuevas tierras está limitada.

‪ A medida que crece la población mundial –número que se duplicó con creces desde 1960– hay una mayor demanda de alimentos. Y la presión sobre la tierra, que es un recurso limitado, ha aumentado al punto que la superficie de tierras de cultivo per cápita disminuyó a nivel mundial de forma constante, pasando de 0,45 has. per cápita (1960) a 0,17 has per cápita (2020) 

Respecto a la disponibilidad per cápita por regiones, Asia registra la cifra más baja de tierras de cultivo per capita (0,13 ha pc), seguida de África (0,22 ha pc), las Américas y Europa (0,40 ha pc) y Oceanía (1,21 ha pc). Solo Australia como país, mantiene un alto índice de tierras cultivables, con 2,14 has por persona, pero con condiciones climáticas cada vez más difíciles. Brasil (0.26 ha pc) y Argentina (0,93 ha pc) tienen todavía cierta posibilidad de expansión pero a riesgo de contribuir a una mayor deforestación. El conjunto de América Latina todavía posee espacio para la expansión, pero sin el importante rol del pasado.

Según Naciones Unidas (Desertificación), en 2050 más del 75% del mundo podría sufrir sequías y si bien hay formas de mitigarlas, como la restauración de los bosques, la regeneración de los pastizales, el control de la erosión y un uso sostenible de la tierra en la producción industrial, la voluntad política de avanzar parece incierta.