Una investigación revela su abastecimiento maderero y desata un escándalo sobre “greenwashing”

15 ene 2023

Es casi un lugar común, recordar que a menudo la ficción anticipa la realidad. La literatura y el cine han sido una fuente inagotable para constatarlo. De las ensoñaciones sorprendentes de Julio Verne a las más previsibles predicciones climáticas den “El día después de mañana”.

Pero no es habitual que el cruce entre realidad y ficción sea tan preciso como en el caso de Drax, la central eléctrica más grande de Reino Unido, que se construyó en dos etapas: la primera en 1974 y la segunda en 1986. Durante muchos años fue la central eléctrica de carbón más grande de Europa, con una capacidad total de casi 4 GW y considerada como la mayor contaminante del continente.

Drax, la central eléctrica más grande de Reino Unido, quema millones de toneladas de pellets de madera de bosques.

Pero antes de que el gigante del carbón abriera sus puertas e iniciara su destructiva tarea de contaminación global, el escritor Mike Friedrich creó un superhéroe de ficción al que llamó Drax, el Destructor, que se publicó en 1973 en EEUU (serie Marvel Comics-Iron Man #55).

Durante más de 40 años, el gigante eléctrico británico se cansó de contaminar. Inicialmente se abastecía de carbón local y cuando las minas progresivamente fueron cerrando en la década ’80-90, comenzó a proveerse de carbón importado.

En su desarrollo destructivo, la empresa recibió miles de millones de libras en subsidios gubernamentales y europeos, destinados a sostener los combustibles fósiles primero y más tarde, a promover las energías verdes. Un estudio realizado por Unearthed, reveló que el gobierno de Reino Unido otorgó hasta 2 millones de libras esterlinas al día en subsidios a Drax.

A partir de la quiebra de la central eléctrica en 2003, tras un paquete de refinanciamiento, el Grupo Drax prometió desarrollar dos nuevas instalaciones para operar en forma paralela a la central eléctrica de carbón existente: una planta de biomasa de 300MW y el “White Rose CCS Project”(una nueva central eléctrica de carbón alimentada por oxigenación de 426MW). Recibió los fondos pero una decisión del gobierno del Reino Unido en 2015 puso fin a este proyecto.

El disfraz de la ecoimpostura

Drax, como muchas grandes corporaciones, inició un proceso de reconversión empujada por una opinión pública que ya no consiente la destrucción alevosa del Planeta. Pero, como la mayoría, ese proceso encubre una forma de postergar la transformación real hacia una energía limpia y campañas de greewashing, tal como denunciara el Secretario general de Naciones Unidas.

En noviembre pasado, António Guterres denunció la ecoimpostura o greenwashing, como un lavado de imagen para hacer creer al público que las medidas de impacto medioambiental de una empresa o entidad son mayores de las que efectúa en realidad y solo son promesas mentirosas de reducción de emisiones contaminantes. Cada vez más –decía Guterres– “gobiernos y empresas se comprometen a un balance neutro de carbono, pero los requisitos para cumplir los objetivos de reducción de emisiones presentan vacíos legales tan amplios como para que los atraviese un camión de petróleo”.

El informe de expertos presentado por el Secretario general de la ONU asegura que “el uso de falsas promesas de neutralidad en emisiones de carbono encubre la expansión masiva de los combustibles fósiles y es un engaño absoluto que puede empujar al planeta al precipicio climático”.

Dos datos revelan esa conducta por parte de Drax:

1. Drax justificó el rápido abandono de sus promesas “limpias”: “En las últimas semanas, algunas centrales eléctricas de carbón han tenido que ser puestas en funcionamiento, incluidas las unidades de nuestra central eléctrica de Drax”, anunció en un comunicado.

En un principio planeaba abandonar el combustible fósil en 2021 y reemplazarlo por biomasa, lo que no sucedió y con la guerra indicó que extendería el uso de carbón si fuera necesario para ayudar al equilibrio de la red eléctrica del país. Afuera quedaba el compromiso del gobierno británico de renunciar totalmente al carbón en octubre de 2024.

Drax recibió sanciones en sus plantas de pellets en EEUU por contaminación del aire.

2. En octubre pasado, una investigación periodística de la BBC (Joe Crowley y Tim Robinson, Panorama) denunció que Drax quema millones de toneladas de pellets de madera, que la empresa importa de Canadá, para lo cual favorece la tala de bosques primarios de gran importancia para el cuidado ambiental. La empresa pretende considerar esa práctica como “renovable”.

El pellet es un combustible conformado por restos de madera (virutas, aserrín y astillas) que se comprimen en forma de cilindros, con los cuales se busca reemplazar los combustibles fósiles por biomasa renovable.

Drax, considerada por décadas la industria más contaminante de Europa, comenzó en 2019 a capturar carbono del proceso de producción de bioenergía, después de trabajar con C-Capture para poner a prueba la tecnología de captura de carbono y proyecta instalar la primera matriz de tecnología de bioenergía con captura de carbono (BECCS) a escala comercial en sus instalaciones en Selby, North Yorkshire (Reino Unido).

Debido a su gran tamaño, la central es el mayor emisor de dióxido de carbono del Reino Unido y uno de los mayores de toda Europa, solo superado por las vetustas centrales eléctricas de la Europa oriental. Ya en 2015, el informe Costs of air pollution from European industrial facilities 2008–2012, de laAgencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) valoraba los daños por contaminación producidos por Drax en 3.482 millones de euros, solo en esos cinco años.

Drax administra una extensa cadena de suministro en América del Norte, con 13 sitios en EEUU y Canadá que producen 1,5 millones de toneladas de pellets de madera comprimida al año. The Guardian ya había demostrado que Drax Biomass fue obligada a pagar millones de dólares en EEUU por contaminación del aire en tres de sus plantas de pellets en ese país.

Drax tuvo que acordar con el Departamento de Calidad Ambiental de Luisiana el pago de más de u$s 3 millones por exceder los límites de emisiones de compuestos orgánicos volátiles (COV) metanol, formaldehído y acetaldehído, contaminantes del aire que provocan cáncer, trastornos respiratorios y otros perjuicios sobre la salud, en sus plantas de Bastrop y Urania en ese Estado.

En 2021, Drax fue multada con 2,5 millones de dólares por contaminación aérea también en Mississippi, cuando sus autoridades ambientales descubrieron que la planta de pellets Amite BioEnergy, de Drax, situada en Gloster, había estado emitiendo más del triple de lo permitido de COV al año (casi cinco veces la estimación de las emisiones que Drax reconocía) y que había excedido los límites de emisión de COV desde 2016.

El nuevo escándalo se desató en octubre 2022, cuando la BBC descubrió que parte de la madera utilizada proviene de bosques primarios ubicados en Canadá.

Al día siguiente de conocerse la información la Asociación de Reciclaje de Madera (WRA) destacó que los hallazgos de Panorama indicaban la “importancia de usar madera de desecho doméstico” (Resource, 4 oct 2022). La empresa salió de inmediato a hacer una defensa de su conducta, exculpando su responsabilidad: “Canadá tiene algunos de los bosques más regulados del mundo, lo que garantiza que los bosques de la Columbia Británica (BC) se gestionen adecuadamente y proporcionen beneficios positivos para la naturaleza, el clima y las personasLas personas que viven en estos bosques y sus alrededores están en mejores condiciones para determinar cómo deben cuidarse y no la BBC”.

La presunta controversia planteada por Drax fue pulverizada por un consistente artículo de Eric Burdon, publicado en knowesg.com (27 oct 2022). Ante la afirmación corporativa de que “el IPCC de la ONU, la principal autoridad climática basada en la ciencia del mundo, respaldada por miles de científicos, reafirmó en su último informe el papel fundamental que desempeñará la biomasa en el cumplimiento de los objetivos climáticos globales cuando se obtiene de manera sostenible” (Declaración Drax), Burdon es demoledor.

“Argumentando que está científicamente probado que lo que están haciendo es beneficioso, e incluso citando el informe del IPCC de la ONU, parece que el programa ‘Panorama’ de la BBC simplemente los está atacando. Pero Drax está mintiendo”. El IPCC sostuvo que la naturaleza es la más efectiva y rentable de las soluciones climáticas. El hecho de que en su informe instara a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en varios sectores nada tiene que ver con validar las acciones de Drax, que cita al IPCC como si éste respaldara científicamente sus actividades. En el informe del IPCC se establecen tres acciones que deberían ejecutarse para reducir las emisiones: 1) Reducir la destrucción de los bosques y otros ecosistemas; 2) Restaurar los ecosistemas dañados y 3) Mejorar la gestión de las tierras de trabajo, como las granjas.

Como destaca Burdon, los primeros dos puntos son los más importantes, porque la BBC demuestra que están usando troncos, que se convierten en pellets y por tanto, siguen contribuyendo “a una forma de deforestación, lo que claramente no es algo bueno. Además quemar madera produce más emisiones como demuestran muchos estudios científicos”.

Burdon destaca que Drax continúa mostrando su ignorancia porque incluso la más mínima investigación puede probar que algunas de sus afirmaciones son falsas, como cuando atribuye las críticas a “una “minoría vocal que se opone a la biomasa”, junto con “aquellos que están mal informados sobre la ciencia detrás de la silvicultura sostenible”.

En su brillante artículo, Burdon recuerda la presentación del profesor John Sterman, del MIT en el programa de la BBC: “Una mirada rápida a sus credenciales y nos daremos cuenta de que no es una minoría vocal. Para empezar, su investigación trata de mejorar la toma de decisiones en varios sistemas complejos, siendo los más relevantes la política energética y la sostenibilidad ambiental. Esta búsqueda le valió varios premios y un doctorado honorario, y es prudente decir que, en general, podría ser alguien que sabe de lo que habla cuando se trata del cambio climático”.

Sterman en el programa pone el acento en que “los árboles tardan mucho en crecer y no pueden compensar el carbono que se emite hoy. Esto es especialmente cierto si una empresa está replantando árboles que está cortando”. A su voz se suma la de Bob Simpson, alcalde de Quesnel (Columbia Británica), quien tiene inversiones en silvicultura y está de acuerdo que “la industria de los pellets no es más que un lavado verde”.

 

El Planeta antes que las ganancias, un lema de las protestas ambientalistas –Unsplash-Markus Spiske

Como plantea Burdon, “Drax necesita hacer cambios serios” y advierte que la empresa no cambiará hasta que haya consecuencias más graves. Hay que recordar que Drax, en octubre 2021, enfrentó una denuncia en la OCDE donde Forest Litigation Collaborative (FLC), un conglomerado de grupos que se ocupan de la protección climática, cuestionaba gravemente sus credenciales ecológicas, en la misma línea del programa de la BBC.

Burdon es contundente:La biomasa no es una energía buena ni limpia; se necesitan años para que los árboles caídos vuelvan a crecer y capturen la misma cantidad de carbono; las políticas gubernamentales tienen problemas evidentes; se están gastando miles de millones de dólares yendo en la dirección equivocada”. Si los de Drax fueran transparentes –escribe– “Drax estaría mencionando esto y tendría un enfoque diferente al que se ha dicho… Lo que su declaración realmente revela es más sobre la empresa, que compró licencias de tala en un país con ‘regulación forestal estricta’. Y Canadá lo hace. Porque Drax compró dos parcelas que contenían áreas de bosque raro”.

El escándalo Drax nos recuerda que es urgente realizar cambios severos e importantes en muchas grandes empresas y también en los gobiernos que operan como cómplices o intencionalmente como “tiburones sin dientes”.

Como denunció António Guterres en la COP27 en Egipto, es intolerable consentir que se presenten bajo el manto de un lavado verde y como víctimas cuando los atrapan en sus mentiras: “Debemos tener tolerancia cero con la ecoimpostura de la neutralidad de carbono… Los compromisos no pueden convertirse en un disfraz de las sustancias tóxicas”.