Se estima que los desafíos naturales ya causan más de u$s 280.000 millones de pérdidas al año

07 mar 2021

Un nuevo informe de la FAO afirma que las pérdidas agrícolas derivadas de los riesgos naturales siguen aumentando, provocando daños económicos y socavando la nutrición.

Según el último Informe del organismo de agricultura y alimentación de Naciones Unidas (“El impacto de desastres y crisis en la agricultura y la seguridad alimentaria”) publicado esta semana, el aumento de los desastres naturales (sequías, inundaciones, plagas, incendios, etc) derivadas de las alteraciones climáticas, causaron pérdidas en la agricultura mundial por valor de 280.000 millones de dólares solo en el período 2008- 2018.

El cambio climático provoca graves pérdidas en el sector agrícola, en especial en productores de menores ingresos.

De acuerdo al nuevo análisis de FAO, la agricultura está recibiendo el mayor impacto de los daños económicos y pérdidas causadas por las catástrofes. En las dos últimas décadas, el cambio climático ha aumentado la frecuencia, intensidad y complejidad de esas alteraciones del clima que provocan graves pérdidas en el sector agrícola, en especial entre los productores de menores ingresos.

De hecho, de las 109 naciones que han registrado catástrofes de ese tipo, 94 (el 86%) pertenecen a países menos adelantados y de ingresos bajos y medianos. Y el grueso de las pérdidas (63%) que acarrean esos fenómenos recae sobre el sector agrícola, lo que significa un desmesurado porcentaje frente al impacto que reciben sectores como la industria, el comercio o el turismo.

CUATRO VECES MAS DESASTRES

Los desastres, que se producían con una frecuencia anual de unos 90 en la década de los 80, se han elevado a 360 acontecimientos en la década 2010-20. Los fenómenos son múltiples y de creciente impacto. Desde las amenazas de origen natural, como incendios, plagas, sequías, inundaciones a fenómenos meteorológicos extremos.

Como puede observarse, el impacto anual de las catástrofes casi cuadruplica el registro de lo que ocurría en décadas pasadas como en los ’70 y ’80. La tendencia creciente se explica por las alteraciones del clima que se hacen cada vez más manifiestas.

Según el estudio de FAO, estas pérdidas son especialmente perjudiciales para los pequeños agricultores y los llamados ‘agricultores de subsistencia’, así como a ganaderos y pescadores de los países menos adelantados y de ingresos bajos y medianos que son principales afectados.

El volumen de pérdidas y daños en producción agrícola y ganadera de los países en desarrollo, producto de catástrofes y alteraciones climáticas, superó en el decenio 2008-2018 los 108.000 millones de dólares, una enorme cifra para esas economías.

Las sequías son los fenómenos meteorológicos que más pérdidas causan en el sector agrícola en especial en aquellos países donde el impacto de la escasez del agua es más pronunciado. El costo total de las pérdidas para el sector agrícola en los países menos adelantados y de ingresos bajos y medianos en el decenio señalado asciende a 37.000 millones de dólares. Luego le siguen las pérdidas por inundaciones, tormentas, plagas e incendios forestales.

La región que tuvo las mayores pérdidas económicas durante el período analizado fue Asia, con 49.000 millones de dólares. África y América Latina y Caribe tuvieron pérdidas similares (30.000 millones y 29.000 millones de dólares).

Los efectos de la sequía en el Municipio de Sabana Grande, Honduras.

IMPACTO SOBRE LA NUTRICION

El Informe de FAO introduce un elemento valioso para la evaluación de los perjuicios causados por las alteraciones climáticas en el sector agrícola y ganadero entre 2008 y 2018: la relación entre pérdidas económicas y su equivalencia calórica y nutricional.

El estudio estima que en los países menos adelantados y de ingresos medios y bajos, esas pérdidas equivalen a un deterioro de 6.900 millones de calorías anuales, o expresado de otro modo, el requerimiento calórico anual de siete millones de adultos.

Las secuelas nutricionales de las catástrofes en América Latina y el Caribe, durante el período 2008-18 implicaron una pérdida de 975 calorías per cápita al día, es decir el 40% de la cantidad diaria recomendada, lo que habla de la gravedad de escenario que se plantea sobre algunos países y poblaciones de la región

En África el impacto fue algo menor pero importante con una pérdida de 559 calorías, mientras que en Asia, la pérdida fue de 283 calorías.

La FAO recuerda que la agricultura, que sigue siendo un motor clave del desarrollo, es el medio de vida y sustento de más de 2.500 millones de personas. La mayoría de ellas vive en países en desarrollo de bajos ingresos.

El 75% de la población más pobre vive en áreas rurales y es la más expuesta a sufrir hambre si las condiciones climáticas arrasan con sus cosechas.

El organismo de Naciones Unidas advierte que en ningún otro momento de la historia, la agricultura se ha enfrentado a una serie de riesgos, algunos conocidos pero otros nuevos y disruptivos, en un medio natural que cambia rápidamente y para el cual las soluciones no están en el horizonte inmediato.

La agricultura está recibiendo el impacto brutal de la avanzada del cambio climático y absorbiendo una parte desproporcionada de los daños y pérdidas causados por desastres que aumentan su frecuencia e intensidad.

La situación climática no solo está poniendo en riesgo la vida de esos agricultores, ganaderos y pescadores, arrasando con sus medios de subsistencia, sino que alienta un desplazamiento migratorio que podría ser masivo y a la vez pone en grave peligro todo el sistema alimentario global.

El ritmo acelerado de los cambios climáticos, sumado al incremento de la población mundial y la consolidación de clases medias en muchos países, constituyen amenazas para la seguridad alimentaria en el Planeta.

Como reiteradamente señala FAO, la agricultura es extremadamente vulnerable al cambio climático. El aumento de las temperaturas reduce la producción de los cultivos, a la vez que favorece la proliferación de enfermedades y malezas.

Los agricultores más pequeños están indefensos ante los cambios en los regímenes de lluvias y la aparición más frecuente de sequías repentinas e inundaciones inesperadas. Esas poblaciones de países en vías de desarrollo, no son solo más vulnerables en términos económicos sino fáciles presas de la inseguridad alimentaria y la desnutrición.

Alrededor del 75% de la población extremadamente pobre vive en áreas rurales y la mayor parte de ella depende de la agricultura para su subsistencia, por lo que es la más expuesta a sufrir hambre si las condiciones climáticas arrasan con sus cosechas.

Se estima que la disponibilidad de calorías en 2050 será menor que la actual debido al cambio climático y que la disponibilidad de calorías incrementará la malnutrición infantil en un 20%.

Por ese motivo se hace necesario fomentar innovaciones en la producción alimentaria y en la capacitación de los agricultores más desfavorecidos para enfrentar los desafíos naturales del presente. Se requiere asimismo una agresiva inversión internacional que permita mejorar la productividad agrícola y aumentar el acceso a calorías suficientes que compensen los impactos negativos del cambio climático en la salud y bienestar de la niñez y la población de menores recursos.