Aumenta la contaminación y el 70% del agua dulce ha desaparecido en el último siglo

01 mar 2023

Aunque esencial para la vida humana, la presencia del agua es escasa a nivel mundial. Si bien el 70% de la superficie del Planeta está cubierta por agua, sólo el 2,5% es dulce mientras el 97,5% restante es salada y costoso el proceso de desalinización.

Naciones Unidas advierte que el agua está siendo amenazada por el avance de la actividad humana sobre los ecosistemas que la proveen y plantea la urgente necesidad de implementar acciones que permitan revertir la actual situación  

El mundo camina hacia un progresivo deterioro de los recursos de agua, tierra y suelo en todo el Planeta.

Todas las fuentes esenciales de agua dulce (glaciares, acuíferos, lagos, ríos, arroyos y humedales) “están bajo una enorme amenaza proveniente del impacto de la actividad humana, el cambio climático y otros factores”. Es lo que asegura Lis Mullin Bernhardt, adjunta la Unidad de Ecosistemas de Agua Dulce del  Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y reconocida experta en ecosistemas de agua dulce. 

De esos ecosistemas dependemos para nuestra alimentación, la  producción de energía y las demandas industriales. Pero su función no se agota en esos usos ya que son esenciales también para sostener la biodiversidad.  “Por su papel esencial en la sociedad y sus usos múltiples, los ecosistemas de agua dulce son tan importantes como escasos”, recuerda Bernhardt.  

Dos datos muestran la dimensión del problema:

1. las poblaciones de especies de agua dulce han disminuido un 81%, en las últimas cuatro décadas. Ello es más del doble que las tasas de disminución que se registran en las especies terrestres o en las oceánicas; y 2. Un 70% de las masas de agua continentales han desaparecido en el último siglo y el número aún es mayor en algunas regiones de Asia.

Hacia un punto de no retorno

Ya en diciembre 2021, FAO Naciones Unidas llamó la atención sobre que los ecosistemas terrestres y acuáticos estaban llegando “a un punto crítico” y lanzó una seria advertencia a todo el mundo acerca del progresivo deterioro de los recursos de agua, tierra y suelo en todo el Planeta, poniendo en riesgo la alimentación mundial, que se prevé se aproxime a los 10.000 millones de personas en 2050.

La información de FAO es contundente: los actuales modelos de producción agrícola y alimentaria no son sostenibles y que la seguridad alimentaria futura dependerá de cómo protegeremos aquellos recursos: “Las presiones actuales sobre los ecosistemas de tierras y aguas son intensas y muchos de ellos están sometidos a tensiones que los están llevando a un punto crítico… los modelos actuales de producción agroalimentaria demuestran no ser sostenibles”, fue la conclusión de Qu Dongyu, su director general.

Las estimaciones son dramáticas: de mantenerse las actuales tendencias, para producir un 50% extra de alimentos esenciales se requeriría un incremento de hasta un 35% en la extracción de agua para la agricultura, lo que provocaría trastornos medioambientales severos y un aumento de la competencia por los recursos de agua y tierra que podría generar graves conflictos regionales y sociales.

Para el director de FAO “en este contexto, está claro que nuestra seguridad alimentaria futura dependerá de la protección de nuestros recursos de tierras, suelos y aguas. El aumento de la demanda de productos agroalimentarios nos exige que busquemos formas innovadoras para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el contexto del cambio climático y la pérdida de biodiversidad”.

La falta de agua supone una gravísima amenaza para 3.200 millones de seres humanos. El diagnóstico de los organismos internacionales es preciso:

1. La degradación del suelo provocada por la agricultura industrial y otras actividades humanas ya afecta al 34% de las tierras agrícolas, unos 1.660 millones de hectáreas:

2. Más del 95 % de nuestros alimentos se producen en la tierra, pero un tercio de los suelos ya sufren una degradación entre moderada y grave y la capacidad de ampliar la superficie de tierra productiva es muy escasa y supondría consecuencias ambientales graves;

3. La agricultura de secano produce el 60% de los alimentos del mundo y ocupa el 80% de las tierras cultivadas y la de regadío produce el 40% restante en el 20% de las tierras; 

El abuso del riego agrícola industrial acrecienta la falta de agua y la contaminación de los acuíferos.

4. Los humedales, indispensables por los servicios ecosistémicos que brindan, están retrocediendo de manera acelerada. El 35% de los humedales del Planeta han desaparecido en los últimos 50 años, en especial los continentales, que desaparecen más rápido que los costeros. En muchos países, se drenan  para crear espacios para edificios residenciales o centros comerciales;

5.  escala mundial, la agricultura representa 72% de todas las extracciones de aguas superficiales y subterráneas, en especial con destino al riego siendo un recurso que se contamina con fertilizantes y pesticidas;

6. La escasez de agua amenaza la seguridad alimentaria mundial, pone en riesgo a las 3.200 millones de personas que viven en zonas agrícolas y compromete el desarrollo sostenible global;

7. El estrés hídrico se está incrementando, sobre todo en  África y Asia, pero también comienza a manifestarse en las zonas cerealeras más importantes (Brasil, Argentina, EEUU, Ucrania, Rusia) y ocurre cuando se extrae más agua dulce de la que hay disponible durante un tiempo determinado o cuando su uso se ve restringido por su baja calidad como consecuencia de contaminación;

8. Si bien hay avances en agua potable, saneamiento e higiene, casi 30% de la población carece aún de agua segura para beber y más del 60% vive sin un saneamiento adecuado;

9. El crecimiento y expansión urbana está teniendo un impacto significativo en los recursos (terrestres e hídricos) provocando la sobreexplotación de tierras agrícolas de calidad y la contaminación de los acuíferos. Las ciudades pese a que ocupan menos del 0,5% de la superficie terrestre significan más del 60% del uso de los recursos y más del 70% de las emisiones de carbono mundiales (ONU) y;

10. Las fuentes de agua se han convertido en grandes receptoras de desechos. A nivel mundial, el 80% de las aguas residuales –domésticas, urbanas y residuos líquidos industriales o mineros utilizados y eliminados– se vierten directamente en reservorios de agua dulce, con graves consecuencias de contaminación, la salud humana y la degradación de los ecosistemas.

El asesino silencioso

Según datos de Naciones Unidas, cada día, 2 millones de toneladas de aguas residuales desembocan en las aguas del mundo. La fuente de contaminación más importante es la falta de gestión y tratamiento adecuado de los residuos humanos, industriales y agrícolas.

Determinadas sustancias aún en bajas concentraciones, pueden contaminar grandes volúmenes de agua limpia. Un informe de la Fundación Aquae revela que, por ejemplo, solo cuatro litros de nafta se puede contaminar hasta 2,8 millones de litros de agua. Cada año –señala ese informe– se arrojan al mar más de 450 kms3 de aguas servidas. Para diluir esta polución se utilizan 6.000 kms3 adicionales de agua dulce.

Solo cuatro litros de nafta pueden contaminar hasta 2,8 millones de litros de agua.

En una reciente actualización (24.2.2023) National Geographic muestra cómo “desde grandes trozos de basura hasta sustancias químicas invisibles, una amplia gama de contaminantes acaba en los lagos, ríos, arroyos, aguas subterráneas y, finalmente, en los océanos de nuestro planeta. La contaminación del agua junto con la sequía, la ineficacia y el aumento de la población ha contribuido a una crisis del agua dulce que amenaza las fuentes de las que dependemos para el agua potable y otras necesidades fundamentales”. 

La contaminación del agua proviene de múltiples fuentes, desde los vertidos químicos industriales a los provenientes de las propias plantas de tratamiento de aguas mal gestionadas o inseguras. Otras de las fuentes de gravísima contaminación provienen de los vertidos y fugas de la industria petrolera así como de las que genera el fracking o fracturación hidráulica. El vertido de basura, sobre todo plástica, también alimenta de desechos a ríos, lagos y arroyos, que terminan en los océanos.

Fertilizantes, pesticidas y herbicidas –algunos altamente tóxicos– utilizados en volúmenes colosales por la agricultura industrial, fluyen por escorrentía o filtración a los cauces subterráneos de agua dulce, contaminando de manera silenciosa los principales reservorios de agua dulce. (Ver Más Azul n° 21, Junio 2021, “El agua subterránea se está contaminando”). 

Para Hartwig Kremer, director del GEMS/Water, el sistema Mundial de Vigilancia del Medio Ambiente sobre Agua de la ONU “Nuestras estimaciones muestran que hasta un tercio de los ríos en los países en desarrollo sufren de una grave contaminación patógena, a menudo relacionada con la falta de acceso al saneamiento y el tratamiento seguros, y con la propagación de enfermedades transmitidas por el agua”. 

Bacterias, virus, parásitos, fertilizantes, pesticidas, fármacos, nitratos, fosfatos, plásticos, desechos fecales y hasta sustancias radiactivas están presentes como principales contaminantes del agua. Estos elementos no son siempre detectables a simple vista, por lo que la contaminación del agua resulta invisible en muchas ocasiones y conforma una especie de “asesino silencioso” por sus graves consecuencias sobre la salud humana y del resto de los seres vivos.

La contaminación hídrica sumada a la sequía, el cambio climático, el aumento de la población y la  ineficiente la gestión de la mayoría de los gobiernos en la supervisión y control de las actividades empresarias, nos ha arrastrado a la actual crisis del agua dulce que amenaza las fuentes de las que dependen nuestras vidas.