22 feb 2022

El ciervo de los pantanos (Blastocerus dichotomus) ha regresado después de un siglo. Casi extinto, su retorno se debe al extraordinario trabajo que realiza la Fundación Rewilding Argentina, heredera del legado de Tompkins Conservation (Ver Más Azul, n° 18, marzo 2021 “El sueño de los Tompkins”).

La buena noticia ahora es que el ciervo de los pantanos (guasú pukú en idioma guaraní), el mayor de los cérvidos de América del Sur, que alcanza 2 metros de largo y 1,20 m. de altura hasta la cruz, ha vuelto a poblar el territorio del Chaco argentino, al norte de ese país, tras un siglo.

Su población, antiguamente extendida a lo largo de toda el área subtropical del continente, hoy se encuentra reducida a pequeñas poblaciones aisladas en las zonas de esteros y lagunas de las cuencas de los ríos Paraná y Paraguay, y en los parques nacionales de Bahuaja-Sonene (Amazonia de Perú) y de Isiboro-Secure (territorio indígena en Bolivia).

Según la Fundación Rewilding Argentina, la llegada de este animal a los humedales del Chaco con la introducción de Brisa y Alfonso, los dos primeros ejemplares de este animal, que ya se encuentran en el Parque Nacional El Impenetrable es el primer paso para restablecer poco a poco la presencia de este animal en la región. Desde la Fundación prevén en breve sumar más individuos que están en proceso de adaptación.

Para Ariel Ybarra, presidente del Instituto de Turismo de Chaco, el camino iniciado “potenciará las actividades de turismo de naturaleza que ya se están desarrollando en la región y su reintroducción al Parque Nacional El Impenetrable es el resultado de las decisiones y acciones colectivas que comenzaron en 2011 para crear esta área protegida y que continúan defendiendo el perfil de la región”.

Un trabajo extraordinario

La recuperación del mayor ciervo de Suramérica es el resultado de una extraordinario labor de conservación que realiza el equipo de Rewilding y que ha permitido “hazañas” como la recuperación del yaguareté (casi extinguido), el muitú, osos hormigueros y pecaríes de collar.

Hace un siglo, el ciervo de los pantanos habitaba gran parte de la cuenca de los ríos Paraná y Uruguay, pero la combinación de la caza y la introducción de la explotación agropecuaria y su secuela de enfermedades transmitidas por el ganado, provocaron su extinción en casi todo su territorio.

Las acciones de conservación realizadas por el matrimonio Tompkins y su Fundación Rewilding en el Parque Iberá (Corrientes, Argentina) lograron que la población de este mamífero aumentara al punto que hoy se considera que existen unos 10.000 ejemplares en ese vasto humedal.

Ese logro permite ahora ampliar la distribución del ciervo, repoblando con algunos individuos las áreas de donde había desaparecido. Brisa y Alfonso son los precursores y la avanzada de ese proceso.

Brisa y Alfonso son la avanzada del proceso de repoblación que ha sido exitoso en el Iberá.

Sebastián Di Martino, coordinador de Conservación de Rewilding Argentina explica: “Recuperar la especie y su rol ecológico resultará en un ecosistema más sano, más diverso y más funcional, atributos necesarios para hacer frente a las crisis ambientales que golpean cada vez más fuerte a la vida silvestre y a las comunidades alrededor del planeta”.

Aunque su comportamiento puede variar según la estación y las condiciones del medio, el ciervo de los pantanos es predominantemente nocturno y no conforma manadas. Durante la estación más seca suele permanecer junto a los cursos de agua. Muy ocasionalmente se pueden ver pequeños grupos de hasta cinco ejemplares, en general con hembras que permanecen con la cría hasta su madurez. No es un animal territorial sino que se desplaza buscando su sustento en todo el territorio que habita.

Es herbívoro y consume pastos, frutas y raíces tiernas. Rara vez incursiona en cultivos y lo hace cuando escasea el alimento. Sus depredadores naturales son el yaguareté, el puma, el caimán de anteojos y la anaconda, pero su mayor amenaza es la caza furtiva, que en parques como el Iberá está perseguida con eficacia.

La construcción en 1994, de la represa de Yacyretá entre Argentina y Paraguay, significó la extinción de cientos de ejemplares por la desecación de esteros y bañados para nuevas tierras para explotación agrícola-ganadera industrial, lo que significó la destrucción de su hábitat natural.

En Uruguay se lo considera extinto. Y ha sido declarado monumento natural por las provincias argentinas de Corrientes (1992), Chaco (1996), Buenos Aires (1998), Entre Ríos (2015) y Formosa (2018). Esta última provincia es conocida por su emblemática tarea de deforestación aún durante la pandemia.

Durante la estación más seca suele permanecer junto a los cursos de agua.

En el Impenetrable

Como también sucede en todos los humedales del Chaco Seco donde se extinguió, el retorno del ciervo de los pantanos al Parque Nacional El Impenetrable –uno de los parques naturales más grandes de Argentina–es una tarea apasionante y titánica que se propuso Rewilding para devolver al mayor ciervo sudamericano a estas tierras que era su hábitat natural.

En el pasado, toda la cuenca del Río Teuco, un brazo del río Bermejo (formado a mediados del siglo XIX cuando el curso principal formó una bifurcación) entre las provincias argentinas de Salta y Jujuy y hasta su desembocadura en el río Paraguay era territorio del ciervo. El Parque Nacional El Impenetrable creado en octubre de 2014 sobre una superficie de 128.903 hectáreas, posee ambientes apropiados para la especie, ya que las conexiones del Teuco y el Teuqito generan extensos humedales, por el desborde periódico de esos ríos.

El parque atravesado por el majestuoso río Teuco, alberga animales como el tapir, el oso hormiguero, el tatú carreta, el pecarí, el puma, y más de 330 especies de aves; de escuchar el silencio del monte y recorrer sus lagunas en herradura; de navegar por el majestuoso.

El Impenetrable atravesado por el río Bermejo/Teuco - Foto: Doug Tompkins.

El Impenetrable chaqueño albergaba 6 millones de hectáreas de bosque nativo en el noroeste de Chaco, este de Salta, norte de Santiago del Estero y oeste de Formosa. Pero la deforestación impulsada por el cultivo de soja, maíz y la producción de pasturas para el ganado vacuno redujo el bosque primitivo en más del 30% con una devastación realizada en tiempo récord a nivel mundial en los últimos 30 años.

Solo en el período 2011-2019, topadoras y motosierras destruyeron casi 1 millón de hectáreas de bosques nativos pese a estar formalmente” protegidos por la ley argentina de Bosques (L. 26.331). Más de un cuarto de la superficie desmontada ilegalmente en ese período ocurrió en la provincia de Chaco, donde la superficie desmontada ilegalmente duplicó a la legal.

La deforestación se hizo con la complicidad gubernamental con mecanismos burocráticos fraudulentos por los cuales se “recategorizaban” tierras cubiertas por bosques como lugares apropiados para la explotación agrícola-ganadera, lo que “habilitaba” su destrucción como bosque protegido. Se estima que más de 100.000 has. de bosque nativo fueron destruidas mediante este procedimiento ilegal.

La contradicción entre las declamaciones “verdes” de los gobiernos con jurisdicción sobre el Impenetrable y la realidad se evidencia en el Plan Ganadero Provincial del gobierno de Chaco que impulsa la expansión de 500.000 hectáreas de pasturas para la producción de carne vacuna. Junto a la continuada complicidad con el negocio maderero, la explotación agropecuaria ha agudizado el deterioro de los últimos bosques nativos, su diversidad biológica y cultural del Gran Chaco argentino.