Frenar su declive masivo es una urgencia planetaria

may 2020

Solo los bosques han perdido más de 1.000 millones de aves. Cuando BirdLife se presentó su informe ‘El estado de las aves del mundo 2018’, ya se hacía manifiesto que un 40% de las especies de aves (es decir, 3.967 especies) habían perdido parte de su población en los últimos 30 años, y que 22 de esas especies ya eran consideradas en “peligro crítico”, o sea prácticamente desaparecidas.

“La biodiversidad está disminuyendo en todo el mundo –advertía entonces Patricia Zurita, CEO de BirdLife International debido a un desarrollo insostenible que degrada los hábitats naturales y conduce a las especies a la extinción. Esto, a su vez, reduce la capacidad de nuestro planeta para sostenernos en el futuro. Solo podremos revertir esta tendencia a través de intervenciones bien informadas”.

Más Azul comparte ese criterio. Por eso propone en su ideario, sumar a una información científica rigurosa y presentada del modo más atractivo, las propuestas de acción que, en todo el mundo, se desarrollan a fin de encontrar las soluciones.

Las aves cumplen además extraordinarios servicios claves para la salud planetaria. Son polinizadoras, dispersan semillas, controlan plagas de insectos, etc. Algunas de ellas, como las rapaces, son verdaderas recolectoras de basura ambiental como controladores biológicos naturales, ya que contribuyen a limitar la población de roedores y conejos, además de cumplir funciones vitales para la conservación de los ecosistemas asociadas a procesos de descomposición de animales.

Se estima que hace 150 millones de años comenzaron a explorar los cielos del planeta. Muchas veces olvidamos que buena parte de nuestra seguridad alimentaria actual depende de las aves. La domesticación del Gallo bankiva Gallus gallus fue un evento fundacional de nuestra nutrición: 130 millones de tns. de carne de pollo, 1.500 billones de unidades de huevos y unos 25.000 millones de pollos vivos anuales no existirían sin él.

Las acciones humanas son responsables de la mayoría de las amenazas a las aves. Las principales amenazas son la expansión e intensificación agrícola (74%), que afecta a 1.091 aves amenazadas a nivel mundial; tala (50%), que afecta a 734 especies; especies exóticas invasoras (39%), que amenazan a 578 especies; y caza y captura (35%), que ponen en riesgo a 517 especies. El cambio climático representa una amenaza emergente, cada vez más grave, que actualmente afecta al 33% de las especies amenazadas a nivel mundial, y exacerba las amenazas existentes.

Tris Allinson, editor jefe de BirdLife International advierte: “Los datos son inequívocos. Estamos experimentando un deterioro constante y continuo en el estado de las aves del mundo. Aproximadamente una de cada ocho especies ahora se enfrenta a la extinción. Esto incluye especies una vez generalizadas y abundantes que solo hace unas décadas eran una vista familiar en grandes extensiones del planeta”.

 “Todo es reversible porque todo está causado por desgracia por la acción humana”, asegura Allinson. Se pueden rescatar especies en el borde precipicio, pero lo que hace falta es una acción a gran escala y a largo plazo, conteniendo la expansión y las prácticas intensivas de la agricultura. Se puede alimentar a la población mundial y dejar espacio para las aves. Tenemos que encontrar maneras más efectivas de conservación de la vida silvestre y tierras productivas para los humanos”.

Para escapar a cualquier tentación catastrofista y tener un panorama real de la actual situación de las aves en diversas regiones del mundo, vayamos a los hechos.

Masivo declive de poblaciones

En septiembre pasado, la revista Science informó que un equipo de científicos de siete instituciones de investigación en EEUU y Canadá había verificado la desaparición de 2.900 millones de aves en los últimos 50 años en América del Norte. Ello implica que desde 1970 ha desaparecido casi un tercio de las aves silvestres de esos dos países. Más del 90 % de esa pérdida puede atribuirse a doce familias de pájaros, incluyendo especies como gorriones y currucas.

Ese masivo declive de poblaciones de aves  revela el agudo deterioro de los ecosistemas de América del Norte. John W. Fitzpatrick, director del Laboratorio de Ornitología de Cornell University y Peter P. Marra, director de la Iniciativa Ambiental de Georgetown, que dirigió también el Centro de Aves Migratorias del Instituto Smithsoniano, lo reconocían duramente: Hasta nosotros, ornitólogos y directores de dos importantes institutos de investigación que dirigimos ese estudio, nos sorprendimos con los resultados. Sabíamos de pérdidas bien documentadas entre las aves costeras y canoras. Sin embargo, la magnitud de las pérdidas en 300 especies de aves fue mucho más grande de lo que esperábamos, además de que se extiende de manera alarmante por todo el continente”.

El estudio es particularmente interesante por la fiabilidad de los datos, resultado de décadas de monitoreo a través de una red de 143 radares meteorológicos de alta resolución. Las conclusiones muestran una crisis en pleno desarrollo: “Más de la mitad de nuestras aves de pastizales han desaparecido, 717 millones en total. Solo los bosques han perdido más de 1.000 millones de aves”, afirman sus directores.

Entre gorriones, alondras y estorninos la desaparición llega al 75% en América del Norte.

El descenso es generalizado en casi todas las familias, registrándose en casi el 60% de las especies. Pero  entre gorriones, alondras y estorninos la desaparición llega al 75%. Las rapaces y las aves acuáticas son de las pocas cuyas poblaciones mejoraron.

Los datos indican que la población total se ha reducido en un 29 %, lo que corresponde a 2.900 millones de aves, sobre todo por los impactos de la actividad humana, en especial el uso de pesticidas e insecticidas en la producción agraria, la muerte de insectos provocada por esos mismos agrotóxicos y la intensificación de la expansión agrícola.

Las disminuciones están afectando incluso a cientos de especies, que se consideraban abundantes y los científicos ya hablan de una crisis de biodiversidad en los hábitats de las avifaunas de América del Norte, impactos ecológicos, evolutivos y económicos de gran importancia.

Kenneth Rosenberg, del Laboratorio de Ornitología de Cornell, uno de los líderes de la investigación

Kenneth Rosenberg, miembro del Laboratorio de Ornitología de Cornell y uno de los líderes de la investigación destaca su relevancia: Las aves desarrollan tareas importantes en el ecosistema: funcionan como enclaves importantes en la red alimentaria –son depredadores y presas–, participan en la dispersión de semillas y se comen las plagas de insectos, por lo que la disminución de las aves podría repercutir en todos los ecosistemas”.

Un dato destacable es la fuerte disminución del 14 % de las aves migratorias en los últimos 10 años, particularmente en el este de EE UU. Además las aves de pastizales se han reducido en un 53% (más de 720 millones de aves desde 1970).

Rosenberg, doctor en zoología y especialista en aves amazónicas, destaca que “la mayoría de las aves migratorias estudiadas en nuestro trabajo migraban hacia el centro y el sur de América, donde hay tasas devastadoras de degradación de hábitat que no afectan a las otras especies que estudiamos”.

América Latina foco de extinción global

La situación es igualmente grave en América Latina. En Centroamérica, por ejemplo, el 44% de las 1.156 especies de aves residentes están amenazadas, con un 14% en estado crítico, es decir en situación de extinción.

De las ocho extinciones detectadas en los últimos años, cinco han ocurrido en América del Sur (la mitad de ellas en Brasil) como consecuencia de la pérdida de hábitats provocada por la deforestación, dirigida a ampliar territorios para la explotación agrícola-ganadera.

Es la región donde se ve más claramente el aumento del riesgo de extinción. Esto está señalando a América Latina y el Caribe como el foco de extinción a nivel global, con cada vez más especies amenazadas que en el resto del mundo”, afirma Rob Clay, director de Conservación de Bird life International para las Américas.

Si tomamos en cuenta los 10 países con mayor número de especies de aves en peligro de extinción, puede observarse la magnitud del problema. Más de la mitad pertenecen a América latina:

1

Brasil

170

2

Indonesia

155

3

Colombia

136

4

Perú

121

5

Ecuador

106

6

China

94

7

India

88

8

Bolivia

54

9

Venezuela

52

10

Congo

40

El número de especies en peligro es de 1.253 a nivel global, según el Libro Rojo de Especies Amenazadas de aves (UICN). La mitad, advierte Clay, proviene de la región: “Es muy llamativo que la mayoría de los cambios de categoría de riesgo han sido en especies de América Latina y Caribe: tres especies reconocidas por primera vez que entran directamente al mayor nivel de amenaza, peligro crítico, y cuatro que ingresan por primera vez a la segunda categoría en término de riesgo de extinción.

El guacamayo azul, el poo-uli, el búho pigmeo de Pernambuco, el ticotico críptico, el turpial de Bahamas el chochín de Santa Marta fueron algunas de las especies, agregadas en 2018 a la creciente lista de extinciones confirmadas o altamente probables.

Chochín de Santa Marta, una especie restringida a la Sierra Nevada de Santa Marta, Colombia.

África y Asia: el crecimiento como amenaza

Un estudio realizado en 2018 biodiversidad y ecosistemas para África  –en el que colaboró medio millar de expertos de todo el mundo coordinados por la plataforma Ipbes– alerta acerca del impacto del crecimiento de la población del continente, el cambio climático y la acelerada destrucción de hábitats, como los principales factores del descenso de la fauna africana.

Según este informe, “La biodiversidad del continente será sometida a una presión incluso mayor porque la actual población de África, de unos 1.250 millones, se prevé que se doble hasta los 2.500 millones de habitantes en el 2050”.

La urbanización, el avance de las áreas de cultivo y ganadería, la deforestación y los tendidos eléctricos son las principales causas de pérdida de sus hábitats naturales y del deterioro de la fauna avícola africana. El picozapato, una gran ave terrestre con patas flexibles, que vive en humedales extensos se la considera en peligro. El loro gris, también está amenazado de extinción con un marcado declive de su población. Se trata del ave nacional de Santo Tomé y es una de las especies singulares de África, de plumaje casi por completo gris, a excepción de su cola que es roja.

Pero es en la población de buitres que alcanza un deterioro de casi el 90%, donde los problemas son xtremos. De las 95 poblaciones conocidas de buitres africanos, 85 (es decir 89%) se han extinguido o  experimentado una grave merma de población.

La desaparición de los buitres puede constituir una verdadera tragedia para los africanos ya que estas aves carroñeras cumplen un importante trabajo de limpieza de cadáveres de animales y por tanto, de eliminación de focos de enfermedades para animales y humanos.

En su extinción está contribuyendo activamente el uso indiscriminado de pesticidas por los agricultores, debido a la falta de regulación a lo que se suma además la caza ilegal ya que se considera que partes de su cuerpo tienen propiedades míticas.

La situación es semejante en Asia, donde las poblaciones de buitres están desapareciendo. La mitad de todas las especies (ocho), están clasificadas como en peligro crítico y en riesgo de extinción inminente. Tres en peligro; y tres amenazadas.

Los buitres del sur de Asia fueron los primeros en colapsar, con reducciones del 95% debido al consumo de cadáveres de animales contaminados, con pesticidas y agrotóxicos y al avance de la industrialización, los tendidos eléctricos y la destrucción de hábitats.

También en Europa el estado de los buitres se está deteriorando rápidamente: 14 de las 16 especies están ahora clasificadas como globalmente amenazadas, mientras hace 25 años el 75% de las 16 especies de buitres europeos estaban clasificados como de preocupación menor, es decir sin riesgo de extinción.

Contra la extinción, el esfuerzo humano

En 2018, el hermosísimo guacamayo azul o spix había sido declarado extinto. Se perdía una de las aves más bellas del Planeta. Pero la naturaleza y el esfuerzo un grupo de expertos y amantes de los pájaros de Paraguay parece haber querido otorgar una nueva esperanza a esta especie.  

El guacamayo azul, camino de su recuperación.

En 2019, Gustavo Espínola, responsable de ASORA, en Luque (Paraguay) anunciaba el nacimiento de un nuevo ejemplar: “es un paso gigante para salvar la especie salvaje”. Su organización había logrado recuperar 150 ejemplares de guacamayo azul en cautiverio, los últimos en su especie. El logro de su reproducción permite albergar la esperanza de evitar la extinción de la especie y formar un banco de genética para recriar estas aves y contribuir a su repoblación en un  trabajo que demandará 5 a 10 años.

El guacamayo azul habitaba las selvas de Brasil, Bolivia y el norte de Paraguay y fue desapareciendo a causa de la deforestación, el avance de la frontera agrícola y la caza furtiva para abastecer al mercado ilegal.

Las aves son el mejor indicador de la salud de un ecosistema.

Como señala Jonathan Franzen en un maravilloso y recomendable artículo: “En un mundo cada vez más artificial, en el que los cielos son surcados por drones implumes y los Angry Birds vuelan en la pantalla de nuestro móvil, no siempre parece lógico proteger a los antiguos reyes de la naturaleza. ¿Pero acaso el beneficio económico ha de ser nuestro criterio supremo? Cuando el rey Lear desciende del trono, ruega a sus dos hijas mayores que le concedan algún vestigio de su antigua majestad. Estas le responden que no lo ven necesario, y el viejo rey exclama: «¡Oh, no hay que razonar sobre la necesidad!». Relegar las aves al olvido es renegar de nuestros orígenes” (La fabulosa diversidad de las aves” – National Geographic España, julio 2019).