Dos tercios desaparecen en todo el mundo en las últimas décadas

22 mar 2023

Aunque mucha gente podría celebrarlo porque piensa que los insectos son solo una plaga o una molesta presencia, el actual ritmo de su extinción puede ser una severa advertencia para la humanidad, tal como avisa Naciones Unidas

“Los insectos constituyen aproximadamente la mitad de todos los organismos vivos conocidos. Desempeñan roles clave en la polinización, el ciclo de nutrientes, las cadenas alimenticias de aves y otros insectívoros, y son uno de los pilares de nuestros ecosistemas. Sin embargo, el uso generalizado de insecticidas, la fragmentación de los hábitats y el cambio climático suponen múltiples amenazas para ellos, y sus poblaciones están sufriendo un fuerte descenso” (PNUMA, Resumen de previsiones 2019)

Un mundo sin insectos es un mundo en el que no podríamos sobrevivir. Hace casi 40 años, Edward Osborne Wilson, entomólogo y biólogo estadounidense que falleció en 2021, considerado el biólogo más importante del mundo en su tiempo, avisaba: “si los insectos desaparecieran, dudo que la especie humana dure más de unos meses”. Tal su importancia y la alarma que causa en el ámbito científico el declive de sus poblaciones.

Torpemente convencidos de nuestro rol de “reyes del universo”, parece que no les prestamos demasiada atención aunque se estén encaminando hacia una acelerada extinción, tal como advierten estudios científicos recientes.

Para Marieta Sakalian, experta en biodiversidad del PNUMA: “Los insectos del mundo se están precipitando por el camino de la extinción. Su desaparición acarrearía un colapso catastrófico de los ecosistemas de la naturaleza. Necesitamos actuar con urgencia en muchos frentes para frenar este declive”.

Los informes científicos muestran que los insectos están disminuyendo rápidamente. Evitar su colapso requiere el conocimiento y la comprensión de su importancia en los ecosistemas. Lo primero es comprender que los insectos no son solo plagas. Son fundamentales para la población humana y la base del funcionamiento de todos los ecosistemas. 

Existen unas 30 millones de especies, que son decisivas para la salud del Planeta, para su biodiversidad, para la calidad de nuestros suelos y, por tanto, para el suministro de nuestros alimentos. “De los 29 grupos de insectos, los principales son las mariposas y polillas; los escarabajos; las abejas, avispas, hormigas; y las moscas” explican los investigadores del University College London. “Se cree que cada uno de estos grupos contiene más de un millón de especies.

A sus aportes más conocidos (polinización, descomposición de la materia vegetal, alimento para muchas especies incluidos los humanos y aireación de la tierra) contribuyen además a la salud humana proporcionando proteínas y nutrientes de alta calidad Cualquiera de ellos ha dependido de su trabajo de para llegar a nosotros. 

Pero no son vitales solo para la cadena alimentaria del mundo sino para el ciclo de nutrientes y la industria. Ciertas vacunas y productos industriales dependen de ellos. Por ejemplo, la crisálida de la oruga de la col se convierte –utilizando un virus– en un pequeño biorreactor que produce las proteínas necesarias para fabricar medicamentos y vacunas. Los insectos son organismos muy apropiados para este fin y tremendamente productivos: en determinadas fases de su desarrollo aumentan 5.000 veces su tamaño en 2 semanas, y cada año se producen toneladas de proteínas. De una crisálida salen entre 20 y 160 dosis de vacuna

Otros subproductos de los insectos como abonos, quitina (usada para tratamiento de agua y como espesante y estabilizador en alimentos y medicamentos), ciertos colorantes, etc. son utilizados en otras industrias. 

Los insectos comestibles son otro campo de aprovechamiento creciente. Pueden ser deshidratados y procesados en forma de harinas y FAO, la organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura propone la producción sustentable de insectos comestibles, como una solución para satisfacer las demandas futuras de alimentos, ricos en proteínas y nutrientes

Porqué desaparecen?

Como explica en un reciente artículo Stuart Reynolds, profesor emérito de biología de la Universidad de Bath (The Conversation UK, feb 2023) “si bien es cierto que algunos insectos son una amenaza para los humanos (me vienen a la mente los mosquitos portadores de enfermedades), la gran mayoría de los insectos son amigables: polinizan los cultivos, brindan control natural de plagas, reciclan nutrientes y forman el suelo al ayudar a la descomposición de los insectos muertos, animales y plantas. Todos estos procesos se ralentizarán si los insectos escasean. El valor económico de estos servicios es incalculable: la agricultura no podría continuar por mucho tiempo sin ellos”.

Los agrotóxicos no solo eliminan plagas. Matan a los polinizadores de los que dependen nuestros alimentos Foto: Karim Manjra – Unplash.

Los estudios sobre una disminución generalizada de insectos en todo el mundo tienen a los científicos en alerta. Se estima que, en promedio, el descenso de la población de insectos es de un 1 a 2% anual, o 10 al 20% por década, desde hace 3 ó 4 décadas. Esta pérdida se está viviendo en casi todos los continentes, incluso en zonas protegidas.

La causa del descenso acelerado de los insectos se debe a las actividades que desarrolla la humanidad en el proceso de agudización de la Revolución Industrial. En especial, la expansión de la agricultura intensiva y sus agroquímicos contaminantes.

El incremento de la población y la tecnología han empujado la soberbia humana a sobrepasar cada vez más, los límites planetarios. Rebasar esos límites expoliando los recursos de la naturaleza y exponiendo la biodiversidad y el clima a niveles insostenibles de contaminación, está amenazando la viabilidad de la vida en la tierra, incluidos los insectos.

PNAS, una de las revistas científicas multidisciplinarias más prestigiosas del mundo ha publicado un estudio que revela que algunas poblaciones de insectos han disminuido en más del 70% en solo unas pocas décadas, que en algunos casos extremos alcanza a pérdidas de hasta un 25% por década.

En términos generales, según Roel van Klink, PD del Centro Alemán para la Investigación Integrativa de la Biodiversidad (University of Leipzig) y autor principal del estudio, manifiesta que la tendencia es alarmante: tras realizar 166 encuestas a largo plazo en 1.676 lugares, el estudio verifica insectos como mariposas, hormigas y saltamontes están disminuyendo un 0,92% anual, lo que equivale a más de un 9% por década. “Eso es extremadamente serio… Durante 30 años se ha perdido una cuarta parte de los insectos”. Incluso hay casos como el de una reserva natural en el oeste de Alemania donde se verificó una caída abismal del 76% entre 1973 y 2000 (27 años).

Más del 40% de los polinizadores invertebrados, en particular abejas y mariposas, están amenazados de extinción, como alerta Naciones Unidas. Según los científicos, el proceso de su rápido declive y el de otros insectos generaría una crisis alimentaria de magnitud y tendría un severo impacto sobre el precio de los alimentos. Si desaparecieran, podríamos perder no sólo todas las plantas polinizadas sino trasladar su efecto a la alimentación animal y a toda la cadena alimentaria (Ver Más Azul n°1, oct. 2019 “La batalla por las abejas”; n°16, enero 2021, “¿Humanidad vs Naturaleza?”; n°19, abril 2021 “Informe Hacer las paces con la naturaleza; n°25, oct 2021, “El gigante Bayer y las abejas”)

La desbocada industrialización y el uso de pesticidas y plaguicidas para la agricultura industrial hacen que en el oeste y medio oeste de EEUU y en Europa (sobre todo en Alemania) se registren las pérdidas más pronunciadas de poblaciones de insectos (sobre todo abejas y mariposas). Por el contrario, el nuevo estudio revela que mosquitos y efímeras, están creciendo un 1,08% por año.

De hecho, tres insecticidas neonicotinoides –imidacloprid y clotianidina, fabricados por Bayer, y tiametoxam, de Syngenta– muy utilizados en el mundo en cultivos de maíz, colza, algodón y girasol, al ser insecticidas sistémicos, son absorbidos por las plantas y permanecen presentes en polen y néctar, por lo que tienen directa influencia sobre la creciente disminución mundial de las poblaciones de abejas, cuya tarea de transportar el polen desde las partes masculinas de una flor hasta las partes femeninas, es esencial para numerosos cultivos de vegetales y frutas.

Los científicos de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria dictaminaron en febrero de 2018, que esos tres pesticidas representaban “un riesgo para las abejas silvestres y las abejas melíferas”.

Bayer se negó a aceptar el dictamen y buscó revocar la decisión de 2018, hasta que en 2021 el Tribunal de Justicia de la UE falló a favor de la prohibición confirmando la peligrosidad de esos pesticidas. Vytenis Andriukaitis, comisario europeo de Salud y Seguridad Alimentaria, señaló entonces que “la salud de las abejas es de vital importancia, dado que está relacionada con la biodiversidad, con la producción de alimentos y con el medio ambiente”.

Qué hacer?

Los científicos están acordes en que se necesita un cambio sustancial de las prácticas agrícolas actuales, con la reducción o eliminación de pesticidas que contaminan suelos y napas, para sustituirlos por prácticas sostenibles y armónicas con la naturaleza.

De los insectos polinizadores dependen nuestros alimentos. Estamos dispuestos a ver como se extinguen?.

Las conclusiones de las investigaciones desarrolladas por expertos del PNUMA son contundentes: “Las tendencias confirman que el sexto evento de extinción más importante está afectando profundamente las formas de vida en nuestro planeta… A menos que cambiemos nuestras formas de producir alimentos, los insectos en su conjunto terminarán en el camino de la extinción en unas pocas décadas… Las repercusiones que esto tendrá para los ecosistemas del planeta son catastróficas, por decir lo menos”.

La citada Marieta Sakalian llama a la reflexión: “Al igual que el informe reciente del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, que enfatizó que tenemos alrededor de una década para cambiar la forma en que vivimos, este es un análisis contundente. Los sistemas alimentarios deben cambiar…”