Tragedia ambiental en Sudamérica

03 ago 2022

El Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE) de Brasil, alertó en julio que la deforestación de la Amazonía durante el primer semestre de 2022, alcanzó niveles récord.

El área de selva afectada equivale al territorio de Río de Janeiro, una de las más grandes de Brasil.

En un dramático informe reveló el avance imparable de la deforestación en la región amazónica de Brasil, asegurando que en los primeros seis meses del año se alcanzaron niveles tales que constituyen el  período de mayor daño ambiental registrado desde que se realizan mediciones anuales a partir de 2016.

Asimismo –según el informe–, junio ha sido el mes con mayores índices de destrucción de los últimos 15 años. El INPE señala que en solo ese mes, la vegetación destruida en la Amazonía fue de 1.120 kilómetros cuadrados, un incremento del 130% en comparación con junio de 2018 y casi un 20% más que el mismo mes del año pasado.

En el primer semestre 2022, la Amazonía brasileña ha perdido unos 3.987 kilómetros cuadrados de vegetación nativa, lo que significa un nuevo y desolador récord de deforestación. Las investigaciones y estadísticas del INPE muestran que la deforestación amazónica creció un 10,6% con relación al mismo período de 2021.

Esos datos configuran para el INPE “el peor registro semestral desde 2016″, fecha en la que se inició el Sistema de Detección de Deforestación en Tiempo Real (Deter) que realiza un seguimiento satelital continuo y diario de la superficie amazónica, que luego publica en informes mensuales-

El informe advierte que enero y febrero han sido los meses “más críticos”, en los que avanzó de manera más acelerada el deterioro de la selva, calculando que en cada mes se devastaron cerca de 430 km² y 199 km² de selva, respectivamente.

Según detalla el INPE, el período con más altos registros de deforestación de la Amazonia brasileña había sido el 2021, período en el que la cifra alcanzó los 3.605 km². Se trata de un registro que no ha dejado de crecer desde 2017, semestre tras semestre y que ahora ha batido todos los récords.

Para ilustrar la dimensión de las tierras arrasadas por la deforestación, la agencia estatal explicó que el área de selva afectada equivale al territorio de la ciudad de Río de Janeiro, una de las más grandes de Brasil.

La devastación en la región es de tal magnitud que, según la gerente de Ciencias del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) en Brasil, Mariana Napolitano, el Amazonas se vuelve cada vez más vulnerable, por la incidencia de la pérdida de árboles en la estabilidad climática: “Sea para nuestra agricultura o para el abastecimiento de las ciudades y también hasta para la generación de energía hidroeléctrica, de la que depende el país, es una ruta preocupante, alarmante y que necesita urgentemente ser revertida”.

El gráfico permite apreciar el incremento de los últimos cuatro años. Año de referencia: agosto-julio.

Junio, Bolsonaro y el fuego

Para agravar aún más la trágica situación de la Amazonia, el INPE reportó asimismo un alto número de hectáreas perdidas por incendios intencionales que consumieron vastas superficies de bosque nativo. La información denuncia la aparición de 2.562 incendios solo durante el mes de junio (11% más que en 2021) y el peor número de los últimos 15 años, salvo la crisis de junio de 2007, cuando se reportaron en el Amazonas 3.519 incendios.

Si se toma en cuenta el total de incendios en la Amazonia brasileña en el primer semestre de 2022, la cifra total de eventos es de 7.533 (17% más que el año anterior).

Las organizaciones ambientalistas apuntan al presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, conocido por sus posturas anticlima, pese a algunas declamaciones para la tribuna. Tras publicarse el informe, Bolsonaro ha recibido nuevas críticas por su visión de ‘desarrollo’ que propicia el avance de la devastación de esa región, amparada en políticas a favor de la promoción del sector agrícola y la obtención de mayores territorios cultivables, que fundamenta en un nacionalismo vetusto.

Pero la difícil situación que atraviesa la Amazonia no es nueva. También en los gobiernos de Lula Da Silva y Rousseff, predominó ese “desarrollismo” no sostenible que está en la concepción de las élites de Brasil. De hecho, fue lo que le costó a la militante ecologista Marina Silva, que era ministra de Medio Ambiente de Lula, que éste la cesara en sus funciones y la echara del gobierno, ante sus cuestionamientos en relación al deterioro del Amazonas.

Brasil está ahora en pleno proceso electoral. La posibilidad de un cambio de Gobierno en Brasil es quizás lo que ha disparado la depredación criminal en la Amazonia. Los incendios intencionales baten récords ante el temor de que un triunfo de Lula da Silva suponga leyes de control más duras. Lula, empujado por sus necesidades electorales ha incorporado a su plataforma una serie de propuestas “verdes” que veremos si se ejecutan o quedan en ‘promesas’ como nos tienen acostumbrados los líderes mundiales ante la crisis climática.

Lula publicita que en su gobierno la deforestación ilegal cayó un 82%, pero el dato tiene cierta trampa: esa cifra es entre 2003 y 2008, como resultado de las medidas de su ministra Marina Silva, hasta que fue cesada por el propio Lula. Desde allí hasta 2013 volvió a crecer y Brasil continuó siendo líder mundial en deforestación. Entre 2011 y 2015, la presidencia estuvo en manos de Dilma Rousseff, socia política de Lula. Y a partir de 2013, el ritmo de la devastación del Amazonas volvió a crecer rápidamente, perdiéndose los avances conquistados por la ministra Silva.

La geógrafa Ane Alencar, directora de ciencia del Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonia (IPAM) en declaraciones a El País de España reconoce que “las previsiones son muy malas… Normalmente, un poco antes de las elecciones siempre hay un aumento de la deforestación, porque nadie presta atención, pero en estas elecciones es mucho más evidente. Las personas no saben lo que pasará el año que viene, si otro Gobierno castigará a los infractores, no saben cómo será la política ambiental. La actitud que están tomando es ‘vamos a hacer todo lo posible para deforestar y quemar ahora’, porque saben que no serán castigados por el gobierno de Jair Bolsonaro”.

Los incendios en la Amazonia brasileña en el primer semestre de 2022, fueron 7.533, 17% más que el año anterior.

“El impacto de la negligencia política –advierte Mariana Napolitano– será la creciente pérdida de resiliencia en estos entornos, sin mencionar el daño a las comunidades locales y la salud. El escenario es muy preocupante”.

La difícil situación que se vive en la Amazonia enciende todas las alarmas porque, como señala Cristiane Mazzetti, representante en Brasil de Greenpeace, “la estación seca apenas comenzó en la Amazonia y ya se están batiendo récords de destrucción ambiental”.

Números rojos

Si la deforestación en Brasil alcanza ribetes de tragedia ambiental no debe hacernos olvidar que en materia de deforestación estamos en ‘números rojos’.

En Colombia, las cifras en materia de deforestación son también alarmantes. De acuerdo con información oficial de la Fiscalía de Gobierno, se detectaron 7.585 hectáreas deforestadas en los primeros cuatro meses del año, lo que equivale a unas 9000 canchas de fútbol.

Y a nivel global, en el año pasado se perdieron unos 11,1 millones de hectáreas de bosque en las regiones tropicales, de los cuales 3,75 millones correspondían a bosques primarios, según el estudio anual de Global Forest Watch (GFW), el Instituto de Recursos Mundiales (WRI) y la Universidad de Maryland.

Como explica Rod Taylor, director del programa forestal de WRI eso equivale a “10 campos de fútbol por minuto. Y lleva un año ocurriendo”.