14 mar 2022

No hace falta ser un ambientalista comprometido para advertir que los días del agua abundante y barata están agonizando. Las previsiones mundiales anticipan que para el 2050, entre 4.800 millones y 5.700 millones de personas (más de la mitad de la población mundial) vivirán en áreas con estrés hídrico al menos durante una parte del año. Como contracara, el número de personas en riesgo de inundaciones pasará de 1.200 millones a 1.600 millones.

70 naciones ya tienen problemas para abastecer de agua potable suficiente a sus habitantes y va en aumento.

En la actualidad, ya hay 70 naciones que tienen problemas para abastecer de agua potable suficiente a sus habitantes. Los expertos consideran que un país sufre estrés hídrico cuando los recursos de agua renovables están entre 1.000 a 1.700 m3 per cápita.

Las regiones más comprometidas están en África del Norte y Oriente Medio, donde habita el 6% de la población mundial que solo dispone del 1,5% del agua dulce. Se trata de territorios extremadamente áridos con recursos hídricos muy limitados y concentrados en áreas determinadas.

El World Resources Institute (WRI) advierte una mayor escasez de agua y anticipa que la situación será más grave en el futuro y que una quinta parte de los países del mundo padecerán recortes agudos en el suministro de agua en 2040.

El estrés hídrico es uno de los mayores problemas a los que nos enfrentamos y el contexto global es de una disminución generalizada de la disponibilidad de agua. En 9 de cada 10 países la cantidad de agua disponible para cada habitante, ha disminuido. En casos como los de Emiratos Árabes Unidos o Qatar, la disponibilidad de agua dulce per cápita ha disminuido en poco más de 20 años un 82%.

Bahréin, Kuwait, Palestina, Arabia Saudí, Omán y Líbano son países con creciente escasez de agua. El fenómeno se verifica incluso en algunos países de la UE, como España, donde se ha reducido un 17% en los últimos años.

Un dato curioso y preocupante es que tres de las cinco mayores economías del mundo (EEUU, China e India) muy probablemente experimentarán problemas con el suministro futuro del agua. Hoy entre los tres consumen el 38% de los recursos hídricos del Planeta.

Países como Suiza (300 litros de agua al día) o Nueva Zelanda (227 litros), muestran la exponencial e injusta diferencia en el acceso al agua frente a países como Nigeria (10 litros) o Uganda (12,6 litros). La media mundial se sitúa en torno a los 128 litros pero en los países occidentales el consumo es 10 veces mayor que en los países en vías de desarrollo.

Según la OMS, la cantidad de agua utilizada por cada persona del mundo no debería sobrepasar los 50 litros diarios. Con esa cantidad, una persona debería tener agua suficiente para abastecer todas sus necesidades alimenticias, sanitarias, higiénicas, etc.

Causas y desafíos

La amenaza extrema que afronta el agua en el Planeta tiene cinco causas principales: 1. Una población en crecimiento; 2. Una demanda creciente; 3. Una cada vez más grave contaminación provenientes de la agricultura y la minería; 4. Una mala gestión de las aguas residuales y 5. El impacto cada vez mayor del cambio climático.

1. Población en crecimiento: Hace solo un siglo atrás la población mundial era de 1.860 millones. Hoy supera los 7.931 millones, más de cuatro veces en solo 100 años. Los motivos son diversos: mejoras en la sanidad y el acceso a la comida, un incremento de la esperanza de vida, expansión de la modernización y la industrialización, que permitieron una reducción del hambre, etc.

Aunque la tendencia a un crecimiento demográfico desbocado ha perdido intensidad, Naciones Unidas calcula que la población mundial superará los 9.500 millones en el 2050.

2. Demanda creciente: Ese incremento que se calcula que se dará especialmente en los países en vías de desarrollo, tiene importantes implicaciones para la demanda de agua potable, ya que exigirá esfuerzos notables de inversión para poder proporcionar el suministro de agua y servicios básicos de saneamiento.

Pero la demanda de agua que los humanos utilizamos para su nuestro consumo doméstico es tan sólo el 10% del consumo total. El 90% de la demanda de este recurso que es limitado y finito, es absorbido por la agricultura (70%, entendida por tal con sentido amplio ganadería, piscicultura y silvicultura) y la industria (20%). Entre los países más pobre la agricultura puede emplear el 90% del uso total.

Por otra parte, la agricultura agrava la escasez de agua por su uso intensivo y muchas veces descontrolado en cultivos de regadío, a lo que debe agregarse el mal manejo de los suelos que favorecen las sequías y escorrentías.

3. Grave contaminación: Según FAO, en muchos países, la mayor fuente de contaminación del agua es la agricultura (más que las ciudades o la industria), debido a la incorporación en los acuíferos subterráneos de los nitratos procedentes de la actividad agrícola. La agricultura moderna es responsable del vertido de grandes cantidades de agroquímicos, materia orgánica, sedimentos y sales en los cuerpos de agua. (Ver Informe “Más gente, más alimentos, ¿peor agua? Un examen mundial de la contaminación del agua de la agricultura” –FAO).

“La agricultura es el mayor productor de aguas residuales, por volumen, y el ganado genera muchas más excreciones que los humanos. A medida que se ha intensificado el uso de la tierra, los países han aumentado enormemente el uso de pesticidas sintéticos, fertilizantes y otros insumos”, señalan Eduardo Mansur y Claudia Sadoff, responsables del Informe.

La minería por su parte, tiene cinco importantes formas de contaminación de la calidad de agua: Drenaje ácido de la minería (ácido sulfúrico, etc); Metales pesados y lixiviación (arsénico, cadmio, cobre, cobalto, oro, plomo, plata y zinc, en contacto con el agua); Contaminación química (derramen de cianuro y ácido sulfúrico, etc); Erosión y sedimentación (por excavación y sedimentación en arroyos, ríos y lagos) y Basura peligrosa y escombreras (metales pesados tóxicos y formaciones de ácido mineral que produce el desecho de roca).

Esa contaminación agrícolo-ganadera y minera no solo afecta la salud de miles de millones de personas sino que genera costes de miles de millones de dólares cada año.

4. Mala gestión de las aguas residuales: La falta de plantas de tratamiento para las aguas residuales en ciudades, industrias y explotaciones mineras, agrícolas y ganaderas, provoca que grandes volúmenes de desechos y aguas contaminadas sean descargada en ríos, lagos y mares, en los suelos a cielo abierto o en el subsuelo, con grave daño al medio ambiente.

Las aguas residuales por ejemplo, agregan unos 6,2 millones de toneladas anuales de nitrógeno a las costas de todo el mundo, lo que contribuye a la proliferación nociva de algas, la eutrofización y las zonas muertas de los océanos.

Las aguas de desecho incorporadas a una corriente superficial de agua (lagos, ríos, mar) sin ningún tratamiento, contaminan flora y fauna y causa graves alteraciones en los ecosistemas. Estas aguas residuales, antes de ser vertidas en las masas receptoras, deberían recibir un tratamiento adecuado, capaz de modificar sus condiciones físicas, químicas y microbiológicas, para evitar que su disposición cause problemas, pero por mala gestión en muchas regiones –incluido en el mundo más desarrollado casi el 30% no tienen el debido tratamiento–  las aguas residuales constituyen una amenaza como causantes de múltiples enfermedades.

Las aguas residuales agregan 6,2 millones de toneladas anuales de nitrógeno a las costas de todo el mundo.

Alrededor de 3,4 millones de personas mueren cada año por afecciones asociadas a la presencia de residuos humanos en el agua como cólera, fiebre tifoidea, hepatitis infecciosa, poliomielitis, ascariasis, enfermedades diarreicas, etc.

5. Impacto del cambio climático: La crisis climática provoca una serie de alteraciones que ponen en riesgo la vida en el Planeta. El derretimiento de los glaciares y el consiguiente aumento del nivel del mar son dos de las consecuencias más manifiestas del calentamiento global.

Pero los científicos advierten que el cambio climático provocará una modificación de los recursos hídricos, con una sucesión de episodios de sequía, cada vez más frecuentes e intensos, que agudizarán la necesidad de respuestas para garantizar el acceso al agua potable y a un saneamiento adecuado.

Respuestas que muchos gobiernos del mundo no han atendido cuando las exigencias climáticas no eran tan agudas como lo son hoy. Según UNICEF, todavía en la actualidad

. el 26% de la población mundial no dispone de una fuente de agua potable en su hogar;

. el 46% (casi la mitad) no dispone de servicios de saneamiento gestionados de manera segura y

. el 29% no posee instalaciones para lavarse las manos con agua y jabón.

El cambio climático impacta en el ciclo del agua y ahonda en los problemas de abastecimiento del recurso en muchos lugares del Planeta, sobre todo porque en un mundo más cálido, el aire absorberá más agua de océanos, lagos, suelo y plantas. Y esa alteración afectará toda la vida sobre la Tierra.

Proteger la disponibilidad de agua y nuestra supervivencia, implicará drásticas regulaciones sobre su uso, en especial el proveniente de la agricultura y la minería, ya que la población mundial es apenas el 10% del consumo y. el segmento más pobre ya realiza esfuerzos notables para acceder a ella.

¿De quién es el agua?

Hace algunos años, la corporación Coca-Cola enfrentó un fuerte cuestionamiento en el Reino Unido cuando debió reconocer que comercializaba la marca “Dasani” de agua embotellada que provenía directamente de las cañerías municipales de la localidad de Sidcup, al sur de Londres, donde tenía su planta de producción. La suministraba Thames Water, la compañía británica de servicio de agua corriente que pagan todos los contribuyentes. Con un caradurismo sorprendente los representantes de Coca-Cola, declararon que “la procedencia del agua es irrelevante”. Algo así como si el ladrón sorprendido llevándose la billetera ajena, declarara a la policía que la “procedencia de los billetes es irrelevante”.

El agua de Coca Cola no venía de un manantial sino del Támesis y era agua del grifo que pagaban los contribuyentes.

Pero es que el agua que suministraba Thames Water era de los contribuyentes, que tras la “apropiación indebida” de Coca Cola, volverían a tener que pagarla en la góndola del supermercado. La explicación empresaria fue risible: medio litro de agua del grifo en Londres costaba entonces 0,0316 peniques pero una vez envasada en una botella azul Dasani como “agua pura”, costaba 93 peniques, es decir 2900 veces más.

Coca-Cola justificó la diferencia diciendo que “su agua” pasaba por tres filtros y se le agregaban minerales para mejorar su gusto. La investigación oficial demostró que la bebida contenía bromato, un químico cancerígeno, en cantidades que duplicaban lo permitido por la ley y Coca Cola tuvo que retirar medio millón de botellas en Gran Bretaña.

Quizás sea el momento de recordar que el agua es un bien finito y como señala Enrique Yevez en El País de España El agua es un recurso particular. No solo porque es imprescindible para nuestra existencia y la de nuestro entorno sino porque al contrario del aire que respiramos o la energía que emite el sol se trata de un recurso finito que se renueva constantemente. El vaso de agua que ha tomado hoy es la misma agua que bebió un dinosaurio hace millones de años”.

Respuestas alcanzables

Algunas naciones ya ido dando respuestas diversas para afrontar la realidad de un agua insuficiente para todos.

Una estrategia ha sido la de Israel que ha pasado de ser el país más seco a tener un excedente de agua potable sólo gracias a sus innovaciones. La solución ha sido reciclar el agua efluente del uso humano, (incluso las aguas residuales domésticas) y cubrir con ellas el 40% del consumo de la agricultura del país.

A eso agrega que campañas nacionales para ahorrar agua y que Israel es uno de los líderes mundiales en desalinización, potabilizando el agua de mar para cubrir más de la mitad de la demanda nacional. Si bien no es una solución aplicable en cualquier lugar y con objeciones como los desechos abundantes de sal, muestra como existen respuestas para enfrentar el desafío de la carencia de agua.

En aquellos países que poseen grandes cantidades de agua natural o épocas de intensas lluvias, la captación de agua en grandes reservorios es una solución económica y adecuada. La solución implementada por Australia ante la llamada “sequía del milenio 1997-2009” si bien logró reducir a la mitad el consumo de agua empresarial y residencial, responde al criterio de considerarla una mercancía comerciable, desplazando el principio de derecho humano básico y bien de acceso para todos.

El agua es un derecho humano y es un bien de todos, no apropiable, del que “alguien” sin derecho se apropia. Evitar esto está en nuestras manos. Se trata de controlar la actividad humana concentrada en la industria y la agricultura que insumen el 90% del consumo de agua y que no solo la utilizan en su beneficio económico, sino que contaminando las fuentes de agua, superficiales y subterráneas.

Los daños producidos sobre bienes que son de todos (como el agua) producen enormes costos de recuperación que deben ser afrontados por quienes los generan.

La acción colectiva de la sociedad debe poner el acento en el reclamo de los costos de esas “externalidades” que las empresas transfieren a la comunidad y que limitan su progreso y bienestar, mientras destruyen la naturaleza. Y los gobiernos deberán ser compelidos por sus electorados a recuperar esos costos, que hoy pagan esos mismos electores a través de sus impuestos sin ser los que generaron los daños ambientales.