Los jóvenes movilizados por el clima no quieren ser sólo “el futuro” sino ser también “el presente” y constituirse en actores para encontrar –desde su perspectiva– soluciones a los problemas y a las injusticias causadas por la crisis climática. Ello requerirá no sólo activismo callejero sino formación educativa, información científica de calidad y capacidad de transmitir esa información de manera precisa y atractiva. Es lo que nos proponemos hacer desde Más Azul.
Estamos siendo testigos de un extraordinario llamamiento mundial, convocado a lo largo y ancho del mundo, que ha trascendido la huelga estudiantil de los viernes e incluso las huelgas contra el consumo, para convertirse en una dura interpelación juvenil a las élites gobernantes para que actúen contra el cambio climático antes de que sea tarde.
Como señala Christiana Figueres (ver Más Azul n° 2), una de las mayores expertas del mundo en el cambio climático, “nos falta entender que no solo tenemos la responsabilidad de hacer frente al cambio climático para evitar los desastres, sino que se nos está poniendo una oportunidad en bandeja de plata (..) es la primera vez en la historia de la humanidad, que intencionalmente y en un plazo de tiempo determinado, tenemos la obligación de cambiar nuestro modelo de desarrollo económico que ha reinado, al menos, durante 150 años, o lo que es lo mismo, desde la revolución industrial”.
El desafío es formidable pero apasionante: lo fundamental para hacer frente a la crisis climática es transformar un sistema económico desorbitado que ha puesto por encima del interés y el bienestar de la mayoría, el beneficio de unos pocos, a cortísimo plazo, aún a costa de destruir la “casa común”, el único planeta que tenemos.
Basta con saber que más del 70% de la contaminación ambiental en todo el planeta es responsabilidad de solo 100 grandes corporaciones, que suelen ser también las mismas que digitan elecciones, compran gobiernos o manejan grandes medios de comunicación global.