Los dueños de Rhodora definen su restaurante como “una barra de vino natural radicalmente sostenible con cero residuos, la primera en EEUU que no envía nada al vertedero y elimina todos los contenedores de basura. Somos neutrales en carbono y nos asociamos con Zero Food Print en iniciativas de carbono negativo. Servimos mariscos sostenibles, carnes, quesos, ensaladas y opciones veganas en un ambiente íntimo e informal para bocadillos, cenas o bebidas nocturnas”.
Su público destaca esa condición y celebra la combinación de una propuesta sostenible con una atmósfera extraordinaria: “un restaurante ‘de la granja a la mesa’, muy especial en Fort Greene”; “todos los platos hechos al horno de leña en una atmósfera de diseño industrial”; “increíble ambiente y gastronomía alucinante. Con una estufa de leña donde se cocina todo. Hermoso interior y un excelente menú panamericano”.
El mérito de Rhodora, como de otros establecimientos de su tipo en diversas ciudades del mundo es que en bares y restaurantes, la basura parece inevitable. Los cocineros se van desprendiendo a lo largo de las horas de preparación y servicio de todo tipo de desperdicios casi automáticamente.
Encarar un tratamiento diferente para toda esa basura, que incluye además de los restos de comida, un sinnúmero de envolturas plásticas, protectores de manteles, paquetes, etc. es una aventura titánica.
Basta con saber que los desperdicios de alimentos de los restaurantes en EEUU generan unos 11,4 millones de toneladas anuales o un costo de u$s 25.100 millones. La Agencia gubernamental de Protección Ambiental reportó que esos desperdicios de comida y empaques constituyen cerca del 45% de todo los que se vuelca en los vertederos de EEUU.
El restaurante y bar de vino natural Rhodora, en Nueva York, decidió desde su comienzo a funcionar con una ética de cero residuos, es decir no enviar nada de lo que entra en su establecimiento a la basura. Lo han logrado al punto que no tienen siquiera el tradicional recipiente de desperdicios.
Henry Rich, uno de los dueños de Rhodora lo plantea con claridad: “Nuestro negocio es básicamente un servicio a las persona y no parece congruente atender a alguien durante una noche, tratando de que pasen un buen rato y luego dejarles los desperdicios y la huella de carbono de esa noche”.
Existe una tendencia mundial a reducir los efectos ambientales de los restaurantes tanto por una conciencia de hacer un aporte a la salud planetaria como para conectar con los deseos y requerimientos “verdes” de una clientela con cada vez más conciencia ecológica.