15 feb 2023

Confirmando que todo era un procaz greenwashing, las grandes corporaciones de gas y petróleo recortan sus ‘promesas’ de menos emisiones y planean incrementar su producción a lo largo de los próximos diez años.

Las petroleras han incrementado sus ganancias provocando un aumento de tarifas y del pecio de los alimentos.

Con una conducta criminal en el contexto de la crisis climática, las compañías energéticas están multiplicando de manera colosal sus ganancias gracias a la guerra ruso-ucraniana, lo que ha desbocado un aumento de los precios y acrecentado una crisis de energía que están pagando los ciudadanos de todo el mundo con mayores tarifas y precio de los alimentos.

British Petroleum (BP) anunció que reduciría sus ‘objetivos climáticos’ para ampliar su producción hasta 2030 con la consiguiente expansión de las emisiones de CO2. La compañía ha duplicado sus ganancias en 2022 hasta alcanzar los u$s 28.000 millones (215% de incremento sobre los u$s 13.000 millones de 2021).

Por su parte, los ingresos anuales de Shell, en 2022, también se duplicaron: alcanzaron los u$s 42.000 millones (211% sobre los u$s 20.000 millones de 2021), siendo las mayores ganancias en sus 115 años de historia.

Tambien Chevron, ExxonMobil y TotalEnergies batieron su récord de beneficio neto en 2022. Las ganancias de TotalEnergies fueron de u$s 20.500 millones, mientras las de Chevron superaron los u$s 36.500 millones, una utilidad récord de más del doble que el año anterior. Exxon Mobil por su parte, ganó u$s 59.000 millones, cifra que equivale a más de u$s 6,7 millones hora, estableciendo no solo un récord para la empresa, sino un máximo histórico para la industria petrolera occidental.

Los beneficios ajustados de las Big Five llegaron a 196.300 millones de dólares. Eso equivale a unos u$s 22,4 millones por hora. El proceso de escalada de precios fue pornográfico: el barril de Brent a 140 dólares en marzo de 2022 y el megavatio hora de gas a 350 euros (15 veces más que el precio habitual) en el último verano europeo.

La OPEP espera que la demanda –alentada por la crisis y la guerra– siga alimentando las arcas petrole con un crecimiento hasta +2,2 millones de barriles diarios (mbd) en 2023.

Las petroleras sabían hace décadas que los combustibles fósiles traían graves riesgos para la salud del Planeta.

Las ganancias amasadas por los grandes grupos plantea un dilema para la clase política en Occidente, en especial en Europa y EEUU donde la vida se ha encarecido. El propio Biden lo reflejó en un mensaje: “Es posible que hayan notado que Big Oil acaba de reportar ganancias récord. El año pasado, ganaron u$s 200 mil millones en medio de una crisis energética global. Es escandaloso”. Y atinó a reclamar tibiamente: “Yo cumplo con mi parte para que bajen los precios, ha llegado el momento que Big Oil cumpla con la suya. No puede ser que un billonario pague los mismos impuestos que un bombero”.

La respuesta de Exxon fue denunciar ante la justicia cualquier intento de imponer restricciones a los beneficios energéticos excepcionales. Su CEO Darren Woods, reiteró una vez más el estúpido argumento del mercado: Lo que necesitamos en este momento es más oferta. En lugar de eso, lo que se ha puesto en marcha es una penalización al sector energético en su conjunto”.

El argumento además de ser erróneo en términos conceptuales es falaz, ya que como reveló el propio Biden, las compañías petroleras no aumentaron su producción porque enviaron las ganancias a los accionistas en forma de dividendos o recompras de acciones. El presidente de EEUU reconoció que “muy poco de esa ganancia” se utilizó para aumentar la producción nacional, con el objetivo de mantener bajos los precios de la gasolina, especialmente el verano pasado cuando la inflación se disparó y los precios de la gasolina se dispararon. En cambio, usaron esas ganancias récord para recomprar sus propias acciones, recompensando a sus directores ejecutivos y accionistas”.

Ellos son los responsables

Cuando el drama de la crisis climática exige la búsqueda de soluciones hay que tener claro quienes son los principales responsables, para no perderse en la maraña de infinitas responsabilidades, agravadas por algunos medios que repiten como loros que todo proviene de las “actividades humanas”, un buen modo de diluir culpabilidades.

Más del 80% del problema global proviene de los combustibles fósiles. Es allí –como insiste el Secretario General de la ONU– donde debemos focalizar la búsqueda de soluciones. Es necesario terminar con ellos aunque la transición energética suponga sacrificios y disrupciones. El camino de proponen la Big Five es el exterminio o el colapso de la humanidad. Lo saben desde hace casi medio siglo pero siguen acumulando ganancias a costa del precipicio.

Además sus contribuciones en impuestos que pagan estas empresas a nivel mundial representan una suma insignificante de esas ganancias, por lo que Naciones Unidas ha reclamado la necesidad de imponer un gravamen sobre las ganancias extraordinarias, que están cosechando por los altos precios del gas y otros derivados del petróleo.

En una investigación realizada por Carlos Matikonis, profesor de la Queen’s Management School (Queen’s University Belfast) y publicada el 8 de febrero pasado en The Conversation UK sobre el impuesto recaudado por el gobierno del Reino Unido, lo demuestra fehacientemente: “BP pagó al Reino Unido solo el 5% (302 millones de dólares) de sus contribuciones fiscales globales de 6.000 millones de dólares de las actividades de exploración y producción de petróleo y gas natural en 2021, mientras que la contribución fiscal de Shell en Europa fue solo del 2%, o 473 millones de dólares de sus impuestos globales de 7.500 millones de dólares en contribuciones fiscales”.

Matikonis explica que “eso se debe principalmente a las generosas asignaciones y ayudas del gobierno del Reino Unido” y recuerda que “el régimen fiscal para la producción de petróleo y gas difiere del impuesto corporativo estándar en el Reino Unido”. La industria de los combustibles fósiles a nivel mundial ha gozado del privilegio de subsidios, desgravaciones y bonificaciones, como ningún otro sector de parte de los gobiernos, aún sabiendo las consecuencias ambientales de su explotación.

Por eso no debería sorprender –como advierte el investigador de la Queen’s University– que los ingresos petroleros en las arcas públicas británicas “es poco probable que sean suficientes para compensar los 69.000 millones de libras esterlinas (u$s84.000 millones) que probablemente gastará el Reino Unido en planes de apoyo energético”.

La voz de la razón y la respuesta de los necios

Las ganancias amasadas por estas grandes compañías acorrala a la clase política en Occidente, donde la población de EEUU y Europa soporta un fuerte encarecimiento del costo de vida y del precio de la  energía.

Antonio Guterres ha denunciado el comportamiento cínico de las petroleras que no solo estimulan la prolongación del actual conflicto bélico sino que desde la década de los ’70 tienen conocimiento preciso de los daños ambientales de provoca su actividad y el riesgo de un colapso climático a partir del 2030.

“Os pido –reclamó ante la conferencia del clima en Egipto en noviembre pasado– que todos los gobiernos cobren impuestos sobre las ganancias extraordinarias de las empresas de combustibles fósiles. Redirijamos el dinero a las personas que luchan contra el aumento de los precios de los alimentos y la energía y a los países que sufren pérdidas y daños causados por la crisis climática”.

Y trazó el escenario que estamos recorriendo: “Las emisiones de gases de efecto invernadero siguen creciendo. Las temperaturas globales siguen aumentando. Y nuestro planeta se acerca rápidamente a puntos de inflexión que harán que el caos climático sea irreversible. Estamos en una carretera al infierno climático con el pie en el acelerador”.

 

Guterres pide que reduzcamos la demanda de hidrocarburos para obligar a invertir en energías limpias.

Para Guterres “la guerra en Ucrania ha mostrado los profundos riesgos de nuestra adicción a los combustibles fósiles. La humanidad tiene una opción: cooperar o perecer… Es inmoral que las empresas de petróleo y gas obtengan ganancias récord de esta crisis energética a costa de las personas y comunidades más pobres y con un costo enorme para el clima”.

El Secretario General pidió a la ciudadanía global que envíe un mensaje claro al sector de los combustibles fósiles y a sus financiadores, reduciendo la demanda de hidrocarburos para obligarlos a invertir en energías limpias.

Pero los voceros de las petroleras elevan sus críticas a un impuesto sobre las ganancias inesperadas reiterando el viejo argumento del impacto negativo que puede tener en la confianza de los inversores y en la pérdida de empleo consiguiente. Se trata de dos viejos caballitos de batalla de la argumentación corporativa ante la cual hay que recordar que los Estados en el sistema democrático poseen el monopolio de la fuerza y pueden ejercerla si los políticos electos son capaces de privilegiar el bienestar ciudadano a los beneficios empresariales.