La guerra en Ucrania agrava la crisis y provoca aumento de los alimentos

15 feb 2023

La guerra en Ucrania está agravando la crisis mundial de los fertilizantes, que ya estaba afectando a los agricultores de las economías en desarrollo desde el comienzo de las hostilidades y está poniendo en riesgo la productividad, las cosechas y el precio de los alimentos. 

Los fertilizantes se están convirtiendo en nuevo campo de batalla del enfrentamiento global que precipita al Planeta a una “nueva guerra fría” y al riesgo de un conflicto nuclear. EEUU puja por retener de cualquier forma su hegemonía y somete a vasallaje a sus ‘socios’ europeos, mientras alrededor del eje China-Rusia se conforma un polo de países que reclaman participar en las decisiones globales.

Los fertilizantes: nuevo campo de batalla del enfrentamiento global - Unsplash-Etienne Girardet.

En ese escenario, la importación de fertilizantes de la que dependen las grandes potencias agrícolas, está generando tensiones y escasez de algunos productos en el mercado internacional. Los suministros mundiales de fertilizantes ya empezaron a disminuir a finales del año 2021 debido a diversos factores internacionales y la guerra agravó la situación, en tanto Ucrania como Rusia son importantes proveedores globales.

Grandes productores agrícolas del mundo como Brasil y Argentina dependen de la cadena de suministro  global, ya que importan más del 80% de sus fertilizantes. EEUU, otro de los grandes productores agrícolas, es el mayor importador de fertilizantes nitrogenados del mundo.

Los principales países consumidores de fertilizantes son India (60 millones tm), EEUU (44 mill. tm) e Indonesia (10 mill. tm). Los principales exportadores son Rusia (50 mill. tm), China (28 mill. tm), Canadá (22 mill. tm), seguidos por Marruecos, Bielorrusia y EEUU, y los principales importadores Brasil (34 mill. tm) India (33 mill. tm) y EEUU (30 mill. tm). 

El impacto del conflicto y la escasez hizo que los precios de los productos químicos utilizados en los fertilizantes se dispararan. En algunos países como Brasil, el cloruro de potasio subió 185%, la urea  138% y el fosfato monoamónico 103% y en general, los precios se han duplicado.

Restricciones 

Rusia, principal proveedor de fertilizantes, que representa alrededor del 15% del total mundial, impuso desde el comienzo del conflicto, cuotas de exportación de nitrógeno para salvaguardar el suministro interno.

Siendo además un gigante en términos de producción de petróleo, gas natural y carbón –recursos esenciales en la producción de fertilizantes– las sanciones impuestas por los socios de la OTAN han provocado un colosal aumento de los precios de esos recursos estratégicos fundamentales y han sumergido a Europa en una crisis de final imprevisible. 

Los combustibles fósiles alimentan las plantas de fabricación de la mayoría de los fertilizantes, sea quemando directamente gas natural o gasificando carbón y combinándolo con nitrógeno a altas temperaturas que permiten generar  compuestos químicos como amoníaco y urea, que son la base de muchos de ellos. 

El precio de esos combustibles se dispararon con la guerra (Ver Más Azul n° 39, dic. 2022, “El gasto mundial en energía en 2022 bate récords: 2,1 billones de dólares”; n° 37, oct. 2022 “Ucrania: la guerra de los combustibles fósiles” y en este mismo número “Las petroleras multiplican sus ganancias gracias a la guerra”), lo que provocó un importante aumento de los costes para los productores de fertilizantes y fabricantes de los insumos y un impacto severo sobre  agricultores y consumidores que pone en riesgo el acceso de la población más vulnerable a los alimentos.

Para los analistas del mercado, las sanciones impuestas a Rusia por Europa y EEUU van a seguir desestabilizando los precios y los suministros. César Castro, experto agro del Itaú BBA sostiene que: “Con las represalias de Occidente, el suministro de fertilizantes se complicará aún más. El precio de los alimentos puede aumentar mucho”. 

El gobierno chino también optó por restringir sus suministros hacia el mercado internacional para proteger su abastecimiento interno, aunque atendiendo vínculos especiales como el que mantiene con Brasil, donde China es el segundo proveedor de fertilizantes con un 15% de las importaciones (450.000 T solo en enero 2022) y el país sudamericano es el mayor proveedor de productos agrícolas del gigante  asiático, con 20% del mercado (u$s 41.000 millones en 2021 o 34% de las ventas agrícolas).

Objetivos climáticos en cuestión

La guerra ruso-ucraniana se ha convertido, como señala el Secretario General de Naciones Unidas en la “guerra de los combustibles fósiles”, impulsada por las grandes petroleras buscando tener un ciclo de sobrevida, mientras la presión mundial clama por energías limpias que eviten la catástrofe climática.

Como advierte Naciones Unidas, el conflicto está postergando la acción climática en un Planeta en extrema emergencia y los líderes occidentales solo actúan para reemplazar los combustibles fósiles rusos  por gas y petróleo de EEUU y otros proveedores, mientras continúan con el ‘ecocidio’ de subsidiar su producción y consumo, cuando el desastre de la guerra debería empujarlos a acelerar la transición energética.

China, embarcada en su estrategia de “civilización ecológica”, ha tomado compromisos de reducir su huella de carbono en los próximos años, algo que también podría afectar al mercado internacional de fertilizantes. En el XIVº Plan Quinquenal del país, puesto en marcha en marzo 2021, China prevé reducir el uso del carbón e imponer restricciones a las industrias de alta emisión y consumo para alcanzar el pico en 2030 y el cero emisiones en 2060.

Jaque a Occidente 

El gambito de rey es una agresiva apertura de ajedrez que se caracteriza por el sacrificio del peón que está al lado del rey, con el que las blancas lo ceden a cambio del dominio y la iniciativa en el juego. Es considerada actualmente como muy arriesgada. Se corresponde a un estilo de juego muy agresivo, paradigma del ajedrez romántico y que fuera una de las aperturas más frecuentes entre el siglo XIX y la primera mitad del XX. 

Su uso daba lugar a posiciones explosivas y partidas tensas y espectaculares que provocaban admiración, al punto que el famoso Von Jaenisch consideró al gambito de rey como “un monumento imperecedero de la sabiduría humana“. 

Hoy, alrededor de la potasa se está jugando una partida de igual espectacularidad y que podría concluir en un jaque a Occidente. Veamos que está sucediendo en el corazón de los fertilizantes. Hablamos en realidad del muriato de potasa, una sal rica en potasio que se utiliza como fertilizante para mejorar la calidad y el rendimiento de la producción agrícola.

La potasa es imprescindible para el crecimiento de cultivos básicos como arroz, maíz, soja, trigo, así como para verduras, frutas, aceite de palma, etc. No solo mejora el rendimiento de las cosechas sino que favorece una mayor resistencia de los cultivos a sequías y enfermedades, por lo que no puede ser sustituido por fertilizantes a base de fosfato o nitrógeno.

Como en el ajedrez, un rey débil siempre acaba cayendo - Unsplash.

Canadá, Rusia y su aliada Bielorrusia producen más del 70% del potasio del Planeta. En ese contexto, el recurso y las ventas mundiales está dominado por dos grandes cárteles: el canadiense-norteamericano Canadian Potash Exporters (Canpotex) y el de Rusia (Uralkali) y Bielorrusia (Belaruskali) , que determinan el mercado. 

En 2010, Suleiman Kerimov, dueño de Uralkali y propietario de la mayor compañía minera de oro de Rusia, intentó junto a la china Sinochem, una OPA para quedarse con la canadiense Canpotex, lo que no prosperó, pero mostró el nivel del enfrentamiento.

Ambos cárteles conforman una especie de OPEP  de los fertilizantes, pero con un mayor poder ya que controlan más de tres cuartas partes de la producción mundial. Limitan la producción para conseguir precios más altos y mayores ganancias.

La intervención rusa en la guerra civil ucraniana en febrero 2022 hizo que los precios del fertilizante se dispararan ante el temor a la escasez que podría provocar Rusia –segundo mayor proveedor de potasa del mundo con 9 nueve millones de toneladas–. Ya los precios se habían visto alterados antes de la guerra, con sanciones impuestas en 2020 por la UE contra Bielorrusia –tercer productor mundial y aliada de Rusia–.

Desde entonces, los precios internacionales de fertilizantes cobraron impulso en 2020 para dispararse mes a mes, a partir de mediados de 2021, alcanzando máximos históricos. La urea por ejemplo, pasó de  u$s 215/tonelada (enero 2020) a u$s 678/tonelada (sept. 2022). 

En vista del potencial de Rusia y Bielorrusia de un bloqueo a sus exportaciones de fertilizantes, las sanciones impuestas por EEUU y la UE excluyeron de las mismas a estos importantes proveedores de fertilizantes, a fin de evitar generar una crisis en la seguridad alimentaria mundial. 

Esas exclusiones han permitido a Rusia seguir exportando fertilizantes pero las exportaciones de potasa desde Bielorrusia (país sin litoral) se han visto mermadas en más de un 50 % debido a que Lituania –con la connivencia de la UE– suspendió el uso de su red ferroviaria para transportar la potasa bielorrusa hasta el puerto de Klaipeda, por donde sale el 90 % de las exportaciones bielorrusas.

En un contexto de existencias bajas y crecientes tensiones geopolíticas, que han provocado restricciones  en el suministro, crece la preocupación acerca de la disponibilidad y el acceso a los fertilizantes y sus  efectos sobre la producción y el acceso a los alimentos, así como a su impacto sobre la economía global.

Las consecuencias sobre la seguridad alimentaria mundial pueden ser un jaque a Occidente. Solo basta con recordar que Brasil –responsable del 25% de la producción mundial de alimentos– es el segundo mayor consumidor de potasa del mundo dependiendo en un 96% de la importación. 

Aunque en la actualidad, los precios mundiales de la potasa están en máximos en más de una década, en torno a los u$s 650 tonelada, algunos expertos estiman que podría ascender hasta u$s 800/900 tonelada si se agudizan las tensiones geopolíticas.

Si bien Canadá es el gran productor de potasa del mundo, como puede verse en el gráfico, la potasa de Rusia y China ya equivalen a Canadá, pero si se le suma la producción de Bielorrusia, el bloque ‘no occidental’ domina el sector y tiene el predominio de los fertilizantes.

Rusia insiste en reclamar que no haya restricciones a la exportación de fertilizantes para no provocar  una crisis alimentaria mundial. Pero en un puerto de Holanda, a fines de 2022, se retuvieron  barcos con potasa rusa con destino a Malawi (África), lo que motivó la intervención de la ONU con la liberación de 20.000 toneladas de fertilizante, parte de una donación de 260.000 toneladas realizada por la empresa rusa Uralchem que permanecen bloqueadas en puertos y almacenes europeos.

Pese a que los aliados de la OTAN insisten en que sus sanciones excluyen granos y fertilizantes, la realidad es que las compañías de transporte y seguros se muestran reticentes a desbloquearlos y aplican  altas primas por el riesgo de los envíos. Ante el riesgo de escasez y precios, Brasil reclamó un trato especial a Canadá para evitar la escasez de potasa en el país y una crisis alimentaria.

Naciones Unidas advirtió que el 50% de la población mundial depende de productos agrícolas que se producen con la ayuda de fertilizantes minerales. Los precios han aumentado en un 250% desde 2019, dando lugar a una verdadera “crisis de fertilizantes” que está impidiendo la producción, en especial de los pequeños agricultores del mundo en desarrollo. 

Para la ONU ello puede generar la pérdida este año de 66 millones de toneladas de cultivos básicos como arroz, maíz, arroz y trigo, cifra que significa un volumen suficiente para alimentar a 3.600 millones de personas durante un mes.

La actual escalada que plantean EEUU y sus socios de la UE, con amenazas como las expresadas por el jefe de la diplomacia europea Josep Borrel (“La única forma de que el fin de la guerra garantice una paz mínimamente permanente es que Rusia no la gane”) o el ministro de Economía de Francia, Bruno La maire (“Vamos a provocar el colapso de la economía rusa”) y la posibilidad de un nuevo paquete de sanciones que incluya a India, Turquía y cualquier otro país que favorezca el comercio con Rusia, ponen en el escenario la posibilidad de que Rusia, China y Bielorrusia opten por un “gambito de rey”, a partir de su predominio en el mundo de los fertilizantes. 

Rusia sabe que tienen el ‘botón rojo’ de la crisis y no solo por la potasa. También el fosfato y el nitrógeno colocan al tridente como gigantes de los fertilizantes. Y no debe excluirse el apoyo de India, a la que Washington evalúa como un aliado, olvidando la vieja alianza que Delhi mantiene con  Rusia. Esa alianza se vería ahora reforzada por dependencia que India tiene de fertilizantes para su enorme sector agrícola, que importa toda su potasa.

La incorporación de India y Brasil (miembros del BRICS) a un posible acuerdo con Rusia, China y Bielorrusia compondrían un jaque al tablero de ajedrez mundial, en tanto Canadá no puede solventar el problema de fertilizantes por sí solo y EEUU es insignificante en el mercado de la potasa.

Si, tal como amenazó Anthony Blinken, EEUU podría sancionar a China por un apoyo explícito a Rusia en Ucrania, ese podría ser el desencadenante del inicio de la “guerra de los fertilizantes” que provocaría no solo una crisis económica y alimentaria global sino una recomposición de las alianzas desarrolladas hasta la fecha.

Europa tiene una última oportunidad. Este año se celebra el 20° aniversario de la asociación estratégica integral entre China y la UE. El canciller chino Wang Yi recuerda que ambos son socios, no rivales, y su consenso supera con creces sus diferencias. China plantea recuperar su relación comercial lo que implicaría bajar los decibeles bélicos atlantistas y recobrar cierto grado de autonomía en sus decisiones. No parece fácil. La actual dirigencia europea tiene dados pasos de difícil retorno.