Prosperidad, democracia, igualdad y protección de la naturaleza

jul 2020

Noruega, Finlandia, Dinamarca, Suecia e Islandia encabezan casi todos los indicadores mundiales de desarrollo humano.

Parece indudable que los países nórdicos son un ejemplo para el resto del mundo de cómo se puede generar una economía próspera, innovadora, en un contexto socio-político justo y democrático, comprometido con la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente.

Los países nórdicos están al frente de todos los rankings de logros mundiales.

Pero si quedan dudas, acá van los datos para terminar con ellas. Los nórdicos están al frente de todos los rankings de logros mundiales. Han conseguido eliminar la pobreza casi por completo, en un mundo que mantiene a casi la mitad de la población global bajo su umbral y con enormes desigualdades.

Mientras en el mundo 15.000 niños mueren por día a causa de la pobreza y la desigualdad, Suecia ocupa el 2° lugar en el ranking de países dónde se trata mejor a los niños y Noruega y Finlandia comparten el 3°, según Save The Children.

En el Informe de Desarrollo Humano, con el que ONU mide desde 1990, el progreso de los países según una serie de factores, Noruega siempre encabezó el ranking mundial y el resto de los nórdicos estuvieron entre los diez mejores.

Si tomamos en cuenta la defensa del medio ambiente y las medidas más consistentes para hacer frente al cambio climático son éstos países los que llevan la delantera mundial. Tienen altos niveles de educación, protección social y empleo, a la vez que mantienen economías abiertas y de avanzada tecnológica.

Todos tienen un sólido historial de apoyo a la igualdad de género. Dinamarca, Finlandia, Suecia y Noruega, en ese orden, son los países que encabezan los rankings mundiales, por ser los lugares donde las mujeres reciben el mejor trato. Suecia otorga 480 días de licencia de maternidad, y Noruega 315. EEUU en cambio, es el único país industrializado del mundo que otorga solo 84 días de permiso de maternidad y además sin ningún tipo de remuneración.

Según la OCDE, los países nórdicos se volvieron más ricos, entre otras cosas, debido a décadas de políticas diseñadas para mejorar la equidad de género y la igualdad. En los últimos 50 años han incorporando cada vez más mujeres a la fuerza de trabajo que pasó del 68% al 83% contra el 59% del promedio en los países desarrollados. Ellas ocupan además el 47% de los cargos parlamentarios.

De hecho, Finlandia fue la primera nación en Europa en otorgar el sufragio igualitario y universal. Las generaciones de mujeres que crecieron con esta realidad, hoy son lideradas por la primera ministra más joven del mundo Sanna Marin (34 años), apoyada en una coalición de cinco partidos cuyos líderes son todas mujeres jóvenes.

La región encabeza además los índices de felicidad mundial. En los 7 primeros países están los cuatro nórdicos: Finlandia, Dinamarca, Suiza, Islandia, Noruega, Holanda y Suecia. No parece casualidad que ciudadanos con educación y atención médica de calidad y gratuita, generosos programas de licencia parental y sistemas democráticos estables, se encuentren entre los más felices del mundo.

Desde la cuna en bici: la movilidad nórdica a favor del ambiente.

Con una población de apenas 27 millones de habitantes entre los cinco países, el modelo nórdico se ha constituido en un ejemplo relevante en la socio-economía mundial. Los resultados obtenidos en casi todos los indicadores de desarrollo humano son la consecuencia de haber optado a lo largo de décadas por un modelo sostenible, igualitario y equitativo.

Gobiernos, empresas, sindicatos y sociedad civil trabajan mancomunadamente, guiados no solo por el  crecimiento económico, sino por una visión compartida de mejores estándares de calidad de vida para todos sus ciudadanos.

Esa visión no es estática, evoluciona constantemente y se sustenta en un proceso de debate continuo entre los diferentes actores de la sociedad. El Estado asegura tres componentes básicos: la planificación e impulso a la innovación, el equilibrio y equidad social y el cuidado del medio ambiente.

Una cultura de la cooperación, el respeto democrático y valoración de las diferentes perspectivas y la preeminencia del bienestar humano como objetivo común, han consolidado lo que Kari Herlevi y Tim Forslund, expertos en economía circular, definen como el “ecosistema de innovación de la región”.

Hacia una economía circular

Las innovaciones nórdicas en defensa del medio ambiente se han consolidado como prácticas habituales en los países de la región durante décadas. Avanzar ahora hacia una economía totalmente circular conecta de forma natural con muchas de aquellas prácticas y determinaciones culturales. Veamos algunas de ellas.

FINLANDIA

Mientras el mundo se debate entre capitalismo salvaje, nacionalismo vetusto o globalización más amplia, Finlandia pretende cambiarlo. Y hacerlo sobre los principios que caracterizan el modelo nórdico: contexto socio-político justo y democrático, participación amplia y solidaria, compromiso con la naturaleza y el medio ambiente y economía de base biológica y circular.

 Con 5,5 millones de habitantes y miembro de la UE desde 1995, compatibiliza ser el primero en el Índice Global de Felicidad (ONU, 2020) con estar –junto a sus vecinos– entre los mejores países en clima de negocios (WB 2020) y defensa del medio ambiente. Finlandia es el país con el nivel de felicidad más alto por tercer año consecutivo.

El conocido ‘milagro finlandés’ se inició en los ’70 y se potenció en ‘90 con una amplia batería de reformas innovadoras y una fuerte apuesta a la educación. En solo 30 años, transformó un sistema educativo mediocre en una deslumbrante incubadora de talentos que llevó al país a encabezar los rankings mundiales de desempeño estudiantil. Desde allí, pudo atreverse a construir economía altamente industrializada y de avanzada.

Fomentar la economía circular, desde preescolar hasta la universidad, una de las claves de una nueva ciudadanía.

La inversión finlandesa en la educación ha sido uno de sus principales motores de desarrollo económico para salir de la pobreza.  El país era decididamente pobre a comienzos del siglo XX: tuvo su primer asfalto en 1920.

Hoy, con ciudadanos altamente capacitados, han permitido convertir al país en uno de los principales polos de innovación y tecnología del mundo con empresas como Nokia, Neste y otras.

Pero no fue solo la educación. Las políticas sociales con foco en la justicia y la igualdad estuvieron presentes. A partir de los ‘70, se convierte en un potente Estado de Bienestar social, que tiene a los ciudadanos más felices, pese a una de las mayores cargas tributarias del mundo (51,6%).

La otra gran apuesta fue su cerrada defensa de un Planeta limpio y saludable. En 2017, logró reutilizar el 99% de los residuos locales, con los que genera nuevos materiales (ropa de diseño, productos plásticos de bolsas desechadas, etc) y energía.

Finlandia quiere convertirse en pionero de los sectores de bioeconomía, economía circular y tecnologías limpias. En 2016, se convirtió en el primer país en establecer un plan de acción integral para alcanzar una economía circular.

El 87% de los finlandeses cree que es importante o muy importante hacer la transición a una economía circular antes de 2025. Está claro que el cuidado del medio ambiente y la conciencia de que el actual modelo de producción y consumo son insostenibles, goza de un amplio apoyo en Finlandia y también en sus vecinos.

El país aspira a convertirse en líder mundial de la economía circular para 2025. En esa dirección, Business Finland ha lanzado un programa de apoyo al desarrollo de soluciones y ecosistemas competitivos de bioeconomía y circular que ofrezcan respuestas a los desafíos ambientales globales y a la vez, tengan potencial para otros mercados.

Finlandia busca exportar esas respuestas para que ‘las soluciones finlandesas’ se adopten en los mercados internacionales. “Ahora trabajamos principalmente en Finlandia, pero queremos llegar más al exterior”, plantea Herlevi.

Finlandia: compromiso con la naturaleza y el medio ambiente y economía de base biológica y circular.

Ya a finales de 2015, en una publicación de Sitra, “Studies 100: las oportunidades de una economía circular para Finlandia”, Kari junto a Mari Pantsar anticipaban ese rumbo: “Las empresas encontrarán un enorme potencial económico y una oportunidad de renovación en la economía circular. Las compañías pioneras podrán hacer un uso eficiente de sus flujos de materiales y beneficiarse de nuevos modelos comerciales orientados al usuario, como una alternativa a la posesión de bienes”. Y predicen entonces “una larga pero emocionante marcha hacia la economía circular”.

En esa larga marcha –según el experto de Sitra– se pueden verificar tres modelos de respuesta: países en un modelo económico lineal que todavía arrojan desechos en basurales, vertederos y mares; países que están reciclando pero solo intentan resolver el problema de los desechos; y por último, países que están poniendo énfasis en la reducción de desperdicios, en el rediseño de los productos para prolongar el ciclo de vida y mantener el valor e invirtiendo en soluciones y servicios digitales.

Una de las innovaciones de Finlandia ha sido incorporar la concepción de economía circular en todos los niveles educativos: “Queríamos fomentar a los nativos de EC para Finlandia los próximos años, desde preescolar hasta el nivel universitario. Por lo tanto, se ha integrado en los estudios para que todos, desde las artes hasta los negocios y la ciencia de los materiales, puedan pensar en cómo pueden contribuir en este tema”.

Hoy Finlandia tiene el mayor número de cursos sobre economía circular en el mundo, no solo per cápita, sino en números absolutos. Y tiene especial énfasis en las aplicaciones prácticas, tanto en cadenas de alimento o construcción de tecnología.

La función planificadora del Estado queda de manifiesto en el éxito de Finlandia. En 1967, para el 50° aniversario de la independencia del país, el Parlamento constituyó Sitra, una organización pública, cuya misión, a partir de un trabajo visionario, ideas innovadoras y construcción de redes de grupos de interés, era construir la ‘Finlandia exitosa del futuro’.

Sustentada en valores nórdicos, y en la conciencia de que se están sobrepasando los límites planetarios, Sitra tiene como uno de sus ejes de trabajo la Economía Circular de Carbono Neutro: orientar el consumo hacia el uso de servicios (compartir, alquilar y reutilizar); la previsión de desechos y la huella de contaminación de cada actividad.

La oportunidad de renovación hacia una economía circular tiene un enorme potencial económico. Solo en Finlandia podría significar la creación de 75.000 nuevos trabajos para 2030.

DINAMARCA

Es un referente mundial en materia de “crecimiento verde”. Vale la pena revisar los pasos de su experiencia: en el último Informe Mundial de la Felicidad (ONU 2020) los daneses ocupan el segundo lugar entre 153 países.

Dinamarca implementó con éxito, políticas de desarrollo, crecimiento económico y energético, compatibles con el cuidado ambiental y social. Y ahora pretenden ser el primer país en dejar de usar combustibles fósiles.

En los últimos 30 años su economía creció más de un 70% pero su consumo energético se mantuvo y las emisiones de CO2 descendieron 12%.

Cómo lo hizo? Apostó desde los años 70 a energías cada vez más sustentables. Sembró su territorio de molinos y centrales eólicas, integró la red eléctrica combinando electricidad y calefacción y destinó la basura reciclada a generar más electricidad.

Dinamarca se plantea llegar a ser el primer país del mundo que no utilice más combustibles fósiles para su energía.

En los últimos diez años ha duplicado la producción eólica. En 2014, Dinamarca fue el primer país del mundo en lograr que el 39% de toda su demanda eléctrica fuera abastecida por energía eólica y hoy supera el 50%.

Ahora se plantea llegar a ser el primer país del mundo en abandonar los combustibles fósiles en el 2050: una apuesta ambiental extraordinaria y única a nivel global.

Para lograrlo, proyecta la mayor eficiencia energética, para lo que desarrolla una estrategia fiscal (impuestos, incentivos tributarios), más innovaciones tecnológicas, acuerdos con sectores productivos y campañas comunicacionales.

El gobierno aplicó en los últimos años, crecientes medidas de respeto al medio ambiente, como sanciones a empresas por consumo excesivo de energía, aumentos al precio de las energías no renovables, estricto control de la gestión del agua, etc. El 99% de las aguas residuales son tratadas.

Esas ambiciosas metas de sustentabilidad se reflejan en su capital, Copenhague, elegida como “capital verde de Europa” (2014) que se propone ser la primera ciudad del mundo neutra en emisiones de CO2 en 2025.

La ciudad ha logrado resultados notables: entre 2005 y 2011, redujo las emisiones en más del 20%, y prevé lograr otro 20% para fines del 2020. El plan 2020-2025 supone reducir 1,2 millones de toneladas de CO2, mantener alto nivel de crecimiento económico y social, lograr la integración eficiente y adecuada del sistema de calefacción urbana, continuar estimulando el tráfico ciclista y desalentar el uso automotor.

El compromiso de la población es crucial: según encuestas el 97% de los daneses otorga gran importancia a la naturaleza y a las leyes destinadas a protegerla. Dinamarca fue el primer país industrializado que tuvo un ministro de Medio Ambiente.

La mayor parte de las zonas protegidas de Dinamarca son biotopos y zonas especiales, en lugar vez de parques o reservas delimitados. Casi un tercio del país es considerado ‘zona protegida’.

Ahora se plantea otro paso audaz: lograr ser el primer país 100% orgánico a nivel mundial. Pretende cubrir toda su agricultura en un proceso enteramente orgánico y sustentable, sin la necesidad de utilizar agroquímicos.

El país, de tan solo 43.000 km2, produce tres veces más alimentos de lo que necesita su población. El 25% de las exportaciones danesas lo constituyen los alimentos y es un importante exportador de orgánicos, algo en lo que empezó a trabajar en 1990.

Los beneficios ambientales logrados son claros: mayor descontaminación atmosférica, disminución del ruido y mejor calidad de vida. Pero el compromiso y participación solidaria de todos los sectores (política, empresa, academia, ciudadanía, etc.) ha sido un elemento clave para consolidar este modelo que hoy distingue a Dinamarca a nivel global.

ISLANDIA

Es considerado el país más seguro, más limpio y uno de los de mayor ‘conciencia verde’ del Planeta. Cada islandés se considera a sí mismo como un guardián del patrimonio ambiental.

Con unos 370.000 habitantes, solo utiliza energías limpias, tiene transporte público propulsado a hidrógeno y pese a recibir un flujo anual de turistas que cuadruplica su población, mantiene un modelo de desarrollo sostenible que es uno de los mejores del mundo actual.

Encabeza el ranking de desempeño ambiental que, cada dos años, establecen expertos de las universidades de Yale y Columbia. Para determinar los países elegidos, el índice toma en cuenta 25 indicadores ambientales separados en 10 categorías, que incluyen cambio climático, manejo de los recursos hídricos, prácticas agrícolas, silvicultura y calidad del aire, sobre un total de 168 países.

Los puntajes de Islandia son impactantes: 9,87/10 en control de emisiones de GEI; 10/10 en procesos de reforestación (uno de sus grandes problemas); 9,96/10 en protección de la biodiversidad y 9,93/10 en salud y cuidado de su patrimonio ambiental.

¿Qué realidad sostiene esos números? El 30% de sus vehículos particulares ya son eléctricos y en 2025 se propone llegar al 75%. El 100% de la energía que utiliza, proviene de fuentes hídricas o geotérmicas. Solo utiliza petróleo importado para abastecer un parque automotor privado en reducción y su enorme flota pesquera.

El 100% de la energía que utiliza, proviene de fuentes  hídricas o geotérmicas.

El costo de la energía es el más barato del mundo a 2,4 centavos de dólar el kilovatio. La calefacción y los sistemas de deshielo de parques y estacionamientos públicos también se alimentan de energía geotérmica.

Ha desarrollado un sistema de monitoreo permanente de sus riquezas naturales que permite conocer en tiempo real cualquier deterioro, lo que es acompañado por una educación ejemplar de la ciudadanía en materia ambiental.

Pero Islandia no siempre fue así. A principio del siglo pasado, su población obtenía electricidad de una mezcla altamente contaminante de carbón importado y turba local.

En el paisaje islandés sorprende la ausencia de bosques. Pero hace siglos, más de un tercio de la isla estaba cubierta de bosques. La llegada de los vikingos hace 1.100 años, arrasó con ellos para abastecerse de leña y construir sus viviendas.

La falta de árboles que afiancen el suelo, sumado a suelos jóvenes y porosos y a erupciones volcánicas, más abundantes lluvias y fuertes vientos, han provocado una dramática erosión del suelo y un fuerte problema de desertificación, que hace casi inviable la agricultura.

Desde hace décadas, Islandia intenta reforestarse. Ha plantado más de tres millones de árboles en los últimos años pero el esfuerzo hasta ahora solo le ha permitido recuperar como bosque el 1,4% de su territorio.

La experiencia islandesa en energía geotérmica proveniente de la abundante fuente de agua subterránea caliente y de fácil acceso ha llevado al país a colaborar con aquellos lugares del mundo que poseen esos mismos recursos naturales.

Un grupo de países de África Oriental se alinean sobre el Gran Sistema de Grietas del África Oriental, una depresión de 6.500 kilómetros que se extiende desde el norte de Siria hasta el centro de Mozambique. Allí los islandeses aspiran a provocar una revolución energética, para que un grupo de países desechen los combustibles fósiles y adopten la energía geotérmica.

Expertos y empresas trabajan desde hace años en África Oriental, para lograrlo. Guðmundur Guðbrandsson, ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales de Islandia, lo explica: “Somos un país pequeño, pero tratamos de concentrar nuestros esfuerzos en ciertas áreas y ésta es una de ellas, en la que podemos aportar”.

La ONU destaca a Islandia por su contribución a la lucha global contra el cambio climático. Un verdadero ejemplo a imitar.

En la siguiente nota, avanzaremos sobre Noruega y Suecia, los dos “nórdicos” restantes que componen esta saga de países que tienen a la naturaleza y al cuidado del medio ambiente y sus ciudadanos, como sus prioridades.