Un estudio revela promesas engañosas y la continuidad de la contaminación

08 mar 2023

El Informe elaborado por un grupo de expertos del New Climate Institute, brinda un revelador panorama del irracional comportamiento del sector privado frente a la crisis climática. El análisis de las acciones y los compromisos anunciados por las 24 compañías más grandes del mundo muestra que en el mejor escenario, las empresas solo reducirán sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en un 36%, algo “absolutamente insuficiente”.

Los planes de cero emisiones a largo plazo solo están destinados a ganar tiempo para seguir contaminando.

La publicación del último Monitor de Responsabilidad Climática Corporativa, que elaboran expertos del New Climate Institute, plantea un desalentador horizonte del necesario aporte del sector privado en la lucha contra el cambio climático y en favor de la descarbonización. Los investigadores aseguran que las promesas climáticas de 24 grandes corporaciones son insuficientes y engañosas

Los planes que prometen de cero emisiones netas de CO2 a largo plazo, solo están destinados a ganar tiempo para seguir contaminando y distraer la atención pública sobre la desidia y el fracaso en el cumplimiento para 2030 de los objetivos climáticos establecidos en el Acuerdo de París sobre reducción de las emisiones.

Grandes compañías como Apple, Google, Mercedes-Benz y Microsoft se encuentran entre ellas y pese a sus altisonantes promesas y compromisos de cero emisiones netas, sus reducciones de emisiones son insuficientes y lamentables. Las promesas de neutralidad climática de la mitad de las corporaciones analizadas, entre ellas las citadas, son muy engañosas en tanto solo se refieren al 3% de las emisiones totales.

El Informe muestra que grandes corporaciones siguen contaminando pese a sus promesas climáticas. El estudio descubrió que las estrategias climáticas de más de la mitad del total (15) de empresas encuestadas tenían una “integridad baja o muy baja” en relación a compromisos que aparecen como inadecuados o ambiguos.

En el gráfico publicado por New Climate Institute, ninguna compañía alcanza un grado alto de integridad. Solo Grupo H&M, Holcim, Stellantis, la compañía naviera Maersk y ThyssenKrupp se comprometieron a reducir sus emisiones en alrededor del 90% para sus respectivos años, objetivo de cero emisiones netas.

Las conclusiones del estudio coinciden con el Informe sobre la Brecha de Emisiones 2022 del PNUMA que actualiza los avances logrados en materia de emisiones de GEI en relación a los objetivos del Acuerdo de París. La disparidad entre la realidad y los objetivos convenidos es la denominada “brecha de emisiones”.

El informe del PNUMA revela que los avances son ínfimos y que las emisiones previstas para 2030 conducen a desbordar el objetivo de un calentamiento global en torno a 1,5°C y concluye que las políticas en vigor apuntan a un incremento de la temperatura de 2,8°C a finales de siglo

El informe sobre la Brecha de Emisiones 2022 concluye que solo una transformación urgente en todos los niveles permitirá lograr la enorme reducción necesaria en las emisiones, que debería ser del 45% para 2030, si queremos encaminarnos a la meta de 1,5°C.

Bla, bla, bla y aumento de las emisiones

Pero las emisiones no solo no disminuyen sino que en 2022 batieron un nuevo record. Según los datos de la AIE, las emisiones globales de la energía aumentaron 0,9% con una marca máxima de 36.800 millones de toneladas. El propio Director ejecutivo de la AIE, Fatih Birol reconoce que “todavía vemos un aumento de las emisiones de los combustibles fósiles, lo que dificulta los esfuerzos para cumplir con los objetivos climáticos del mundo”. 

El seguimiento de la liberación de contaminantes al medio ambiente del sector industrial europeo (E-PRTR), que contiene las cifras reportadas anualmente por 35.000 grandes instalaciones industriales de la UE, más Islandia, Liechtenstein, Noruega, Suiza y Serbia-, sobre más de 65 actividades económicas distintas, muestran la permanencia de las emisiones y la carencia de mejoras trascendentes en el desempeño ambiental del sector.

Las empresas solo piensan en sus negocios. ¿Habrá futuro para los recién llegados al Planeta?.

Pese a las ostentosas promesas y los ambiciosos objetivos de ahorro de emisiones, las plantas de combustión de carbón para la producción de electricidad continúan siendo las responsables de la mayoría de las emisiones de CO2, dióxido de sulfuro (SO2) y óxido de nitrógeno (NOx) registradas en Europa, a lo que debe agregarse la contaminación proveniente de la combustión de petróleo en el transporte de todo tipo y de industrias altamente contaminantes como refinerías, químicas, acerías, textil, plásticos, etc. 

A nivel europeo, la mayor parte de la contaminación del agua y del aire proviene de cuatro países: Reino Unido (14 plantas), Alemania (7), Francia (5) y Polonia (5). Las plantas de tratamiento de aguas residuales de las empresas de la UE (sobre todo de Reino Unido, Francia y España) también han sido las responsables de la mayoría de las liberaciones de nitrógeno, fósforo y carbono orgánico total al entorno acuático. 

Pero el bla,bla,bla tiene sus voceros. En un informe, Carbon Disclosure Project (CDP 2017) señalaba que la evolución del desempeño en materia de cambio climático de las empresas españolas “evidencia importantes avances en términos de reducción de emisiones, inversiones y fijación de objetivos… Desde la COP21, las compañías están adoptando una planificación y acción climática más audaz y rigurosa que se refleja en la adopción de objetivos basados en la ciencia”.

El bla,bla,bla concita iniciativas rimbombantes como la Science Based Targets Initative, donde CDP junto a otras organizaciones como el World Resources Institute y la WWF, justifican la conducta empresaria por los desafíos técnicos, económicos y normativos para cumplir con los objetivos, destacando sobre todo dos: el control de las emisiones indirectas, que producen fuentes sobre las que no tienen control y la dificultad para alinear los objetivos con el plan estratégico corporativo. 

Es decir: diluyen su responsabilidad directa por la falta de control en una economía de mercado (sic!!) y reconocen que para seguir haciendo “negocios” es difícil adecuarse a la crisis climática. En el fondo, nos recuerdan que los gobiernos han abandonado sus responsabilidades de regulación, control y sanción, en un proceso que los mismos grupos empresariales han forzado durante décadas, para tener las manos libres para contaminar.

La realidad es –como escribe Mathieu Blondeel, investigador del Grupo de Estrategia y Negocios Internacionales de la Warwick Business School (University of Warwick)– que “un año después del pacto de Glasgow, el mundo quema más combustibles fósiles que nunca”.

El secretario general de la ONU ha denunciado en la COP 27 que el uso de falsas promesas de neutralidad en emisiones de carbono para encubrir la expansión masiva de los combustibles fósiles es “un engaño absoluto que puede empujar al planeta al precipicio climático”.

Antonio Guterres advirtió que cada vez más gobiernos y empresas se comprometen a un balance neutro de carbono, pero que los requisitos para cumplir los objetivos de reducción de emisiones presentan vacíos legales “tan amplios como para que los atraviese un camión de gasóleo”

Ante la falta de credibilidad de las promesas climáticas de las empresas, Guterres ya en Glasgow encargó a un Grupo de Expertos un informe que se conoció en la COP de noviembre pasado que establece que los compromisos deben abarcar todas las emisiones de efecto invernadero en todos sus ámbitos. Ello abarca para las instituciones financieras todas sus actividades de financiamiento y para las empresas todas las emisiones (directas, indirectas y las que se originan en las cadenas de suministro).

El titular de la ONU puso el acento en el comportamiento de las empresas dedicadas a la extracción de combustibles fósiles y de sus ‘promotores financieros’ que proclaman compromisos, pero generan productos y actividades que envenenan el Planeta: “El uso de falsas promesas de neutralidad en emisiones de carbono para encubrir la expansión masiva de los combustibles fósiles es reprobable. Es un engaño absoluto. Este encubrimiento tóxico podría empujar a nuestro mundo al precipicio climático. La farsa debe terminar”.

La recomendación de Guterres es que los compromisos climáticos deben ser acompañados de un plan de cómo se realizará esa transición y que los directivos deban rendir cuentas sobre el cumplimiento de estas promesas: “Esto significa defender públicamente una acción climática contundente y divulgar cualquier actividad de los grupos de presión”.

Como señala la ex ministra canadiense Catherine Mckenna, presidenta del Grupo de Expertos “en este momento, el planeta no puede permitirse retrasos, excusas o más ecoimpostura muchos de los compromisos de neutralidad en carbono son poco más que eslóganes vacíos y publicidad”.

Thomas Day, co-autor del estudio de New Climate Institute, advierte que “en esta década crítica para la acción climática, los planes actuales de las empresas no reflejan la urgencia necesaria para la reducción de emisiones. Los reguladores, las iniciativas voluntarias y las empresas deben poner un enfoque renovado y urgente en la integridad de los planes de reducción de emisiones de las empresas hasta 2030. El discurso sobre el cero neto a más largo plazo no debe distraer la atención de la tarea inmediata que tenemos entre manos”.

Las promesas de neutralidad climática de la mitad de las corporaciones analizadas, incluidas las empresas tecnológicas Apple, Google y Microsoft, y DHL, el servicio postal alemán, son muy engañosas porque solo se refieren al 3% de las emisiones totales. “Sorprendentemente, la mayor parte de las emisiones propias de las empresas se quedan fuera”, señala Day. 

En el más optimista de los escenarios, las empresas en promedio, solo reducirán sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 36%, algo absolutamente irresponsable e “insuficiente para limitar el aumento de la temperatura a 1,5°C”.

Primero los negocios y después, los negocios

Terminar con los combustibles fósiles, tal como lo reclama Antonio Guterres, es el único camino para afrontar de verdad el cambio climático, pues constituyen el 83% de las emisiones. Por ese motivo, la legislación europea estableció terminar en el 2035 con los motores a combustión.

Pero ahora, los grandes fabricantes alemanes han presionado al gobierno de Scholz para que rechace esa norma, en tanto plantean que hace imposible la financiación de nuevas unidades y complica el precio de las mismas en un horizonte de solo 10 años. La argumentación además de basarse sólo en la rentabilidad, omitiendo la situación planetaria, adolece de un error estratégico-empresarial: deberían haber planificado esa transición ya que la crisis climática acumula más de 30 años de advertencias. 

Lo que sucede –y ahora queda claro– es que estas empresas son las que negaron primero que hubiera cambio climático y luego decidieron que la táctica era postergar sine die las acciones de mitigación y ahora se topan con la necesidad de cambios profundos que no quisieron prever. 

La terminología de cero neto, dice Day, “debería significar realmente una descarbonización profunda para no engañar a inversores y consumidores”. Casi todas estas grandes corporaciones son miembros de la iniciativa de la ONU ‘Race to Zero’ y suelen recurrir a la reforestación de bosques y otras reservas biológicas de carbono en países en desarrollo para compensar sus emisiones. 

El informe citado señala que tales compensaciones son incapaces de neutralizar las emisiones de GEI a largo plazo y que se necesitarían de 2 a 4 Planetas si todas las empresas planearan estrategias de compensación de CO₂ en una escala similar.

Se trata por tanto de una verdadera impostura o estafa a la opinión pública que trataremos en un próximo artículo de Más Azul.